Diario de León

El paisanaje | antonio núñez

Parados a comisión

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antonio núñez
León

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El conde de Romanones, abuelo político del cantante Raphael por parte de su señora Natalia Figueroa y Gamboa, recomendaba hace ya ciento y pico años a los suyos «crear una comision» cuando hubiera que resolver los problemas de Estado más arduos hasta que se pudrieran por sí solos. Y asunto concluido. En esas andamos ahora con la comisión para salir de la crisis, integrada por la vicepresidenta Salgado (Economía) y los ministros Pepiño Blanco (Fomento) y Miguel Sebastián (Industria). La primera es la viva imagen de la anorexia económica del país y los otros dos del engordamiento del déficit y la deuda pública, se conoce que para compensar.

No estuvo fino Rajoy en el debate parlamentario del otro día o le faltaron reflejos porque, a mayores de que entre los comisionados no figuraba el ministro de Trabajo, señor Corbacho, en el que tienen puestas sus esperanzas nada menos que cinco millones de parados, pudo pedir que pusieran de asesor de Sebastián al nieto Raphael: con el micro en la izquierda se da mucha maña para ahorrar voz y energía y con la mano derecha es como si quisiera desenroscar todas las bombillas de alto consumo del escenario, tales que las que prometió cambiarnos gratis en casa el señor ministro. Y ya puestos en clave fiscal, déficit y «patatín y patatán» -”estas tres últimas y entrecomilladas palabras son las únicas que se le entienden a Zapatero cuando habla de economía-” el quinteto podría completarse con el estilizado torero Jesulín de Ubrique del brazo de la Salgado, el mismo que brindaba en la plaza con un «de cada dos toros que mato uno es pa Hacienda».

Sin tener un servidor la ciencia infusa que el Gobierno le ha dado a Pepiño, aunque le supere en titulación académica, se le ocurren algunas ideas para comparecer gratis en su comisión: una, si se rebajan los costes de la Seguridad Social, que andan ya por la capa de ozono, las pymes podrían contratar a más gente; dos, reduciendo también los impuestos las familias tendrían dinero para gastar -”relanzamiento del consumo se le llama a eso-” y no como ahora que no llega ni para las rebajas; y tres y la más importante, para compensar el segundo toro de Jesulín con Hacienda y las cotizaciones de los monosabios es urgente ahorrar en el despilfarro generalizado del Estado, que maneja exactamente el cincuenta por ciento del producto interior bruto del país: uno de cada dos toros, como diría el maestro de Ubrique.

No son ideas nuevas, pero la clase política las descarta por unanimidad. Se parlotea en el Parlamento y en ayuntamientos, diputaciones y autonomías que limitar el sueldo de los políticos sería el chocolate del loro en una crisis como ésta. Ya, pero a los parados les resultan insultantes los trajes del pepero valenciano Camps y el fondo de armario de la vicepresidenta socialista Fernández de la Vega. Este desparpajo en las apariencias no es el problema, aunque sí el síntoma de la enfermedad, como cuando vas al médico por una tos y después de decir que respires hondo te diagnostica pulmonía.

A este catarro del loro nacional, con un montón de ministerios y asesores que no sirven para nada, hay que añadir los periquitos de las administraciones locales y autonómicas, con un montón de contratados a dedo en la gran chocolatada. Un arqueólogo miope distinguiría a la primera cata en las nóminas del interventor las sucesivas capas de funcionarios del alcalde Fulano o del presidente Mengano. Y para pagar todo esto hace falta una pasta gansa con repartos al tresbolillo. El último fue cuando se aprobó la financiación del Estatut y Zapatero, con pico de oro, prometió más alpiste para las demás autonomías.

Si han creado una comisión contra el déficit es que nadie va a meter tijera y menos los parlamentarios que aprobaron hace ya años, por unanimidad, autoconcederse la pensión máxima de jubilación después de cotizar dos legislaturas, no como usted o yo.

Lorito cabrón.

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