Muertos, al pupitre

Pintan y bailan las parábolas en esta vida parabólica y paranoica.

Nos vino una de Galicia hace poco: la vieja escuela del pueblo orensano de Chandrexa de Queixa, tras diez años cerrada, la ha convertido el ayuntamiento en tanatorio, ooole, lo que viene a ser un «muertos, al pupitre» como quien dice «señoritas, al salón»... hala, y a oficiar todos ahí estos velatorios de hoy que abolieron para siempre las noches de cirio, condolencia y cuchicheo, pues ya sólo en pocos casos se ven aquellas noches de velorio tradicional con el finado en su ataúd en la salita o una habitación de la casa velado en todo momento por los suyos (las suyas) con lágrimas, suspirones, rezos, mistela y pastas... si es que tuvo la suerte de morir en casa y no en hospital cercano, cosa ya habitual que a veces supone una noche no ya en un desierto tanatorio, sino en un frigorífico, lo que es más triste.

Las escuelas rurales, despobladas casi todas hace décadas, o se arruinaron o se les hunde la gorra de teja o van adquiriendo usos peregrinos, o sea, que peregrinan a la necesidad: consultorio, centro vecinal, espacio cultural, casa rural... muchas ya no valen ni para museíto o exposiciones de manualidades... pero ¡¿tanatorio?!...

Que los muertos hayan de volver a la escuela antes de irse de esta perra vida es, ya se dijo, toda una parábola, un círculo que se cierra, un volver antes de esfumarse. ¿Qué pensarán los que ahora lleguen a ese tanatorio que hace tanto fue su escuela?... ¿creerán que el juicio celestial se lo harán ahí como si fuera un examen de caligrafía o aritmética?... ¿llegarán a esa conclusión al sentirse rodeados de cruces y velones de llamita eléctrica y no ver pupitres ni encerado ni la bandera ni la foto de Azaña o de Franco presidiendo los zurriagazos de maestros que tenían más larga la vara que la pedagogía?... ¿esperarán que les den también recreo y bocadillo?... y la pregunta más triste que se harán: ¿es que ya no hay niños en el mundo y convierten toda escuela en tanatorio?... ellos llevan ya un tiempo largo sin ver un solo crío en el pueblo, ¿se estará acabando la raza?... no, pero tu pueblo sí, respondió el eco.