Diario de León

Proyecto Hombre atiende a los dos primeros jóvenes enganchados al móvil

«Mi hijo es un moviladicto»

Drogarse no es sólo inyectarse heroína o esnifar «coca». Un nuevo tipo de adicto está emergiendo y lo hace enganchado a un teléfono móvil, pasando las horas muertas en un ch

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Antonio Paniagua - MADRID.
León

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Aunque parezca exagerado, hay un «botellón» electrónico que tiene un poder adictivo equiparable a cualquier estupefaciente. Lo saben bien los responsables de la organización Proyecto Hombre, dedicada al tratamiento de toxicómanos y que por primera vez ha acogido a dos jóvenes dependientes del móvil. Durante la presentación de la VI Jornadas sobre Adolescentes, Dependencia y Nuevos Medios de Comunicación, se puso de manifiesto que hay un tipo de adicciones «sociales» que no precisan de la droga para dominar al sujeto. Según Luis Bononato, de la delegación Proyecto Hombre en Jerez, los jóvenes que hacen un uso excesivo del móvil, Internet o cualquier otro instrumento tecnológico refuerzan una conducta de aislamiento. Un adolescente tímido, con escaso éxito social o acomplejado por su cuerpo ve en el chat un instrumento perfecto para cultivar amistades virtuales, pues el ciberespacio procura intimidad y anonimato. No hay un perfil que defina al adicto a las nuevas tecnologías, pero, por la juventud de los usuarios, los que caen en la red suelen ser personas inseguras, inestables y que han perdido el ascendiente moral de la familia. Un desengaño amoroso, un mal expediente académico o un profundo sentimiento de soledad favorecen un uso abusivo de las nuevas tecnologías, según explicó Batolomé Catalá, presidente de Proyecto Hombre. No en vano, hay una estrecha relación entre fracaso escolar y la afición desbocada por los videojuegos y el chat. Para los expertos, una persona es prisionera de Internet cuando utiliza el ordenador no para estudiar o divertirse, sino para embobarse delante de la pantalla perdiendo el control sobre sus actos. Mientras la adicción al tabaco o al alcohol no es tolerada por los padres, el encadenamiento a Internet no concita demasiado preocupaciones. Al fin y al cabo, el sexo virtual no transmite enfermedades venéreas ni provoca embarazos no deseados. En este sentido, un padre debe empezar a preocuparse cuando su hijo le confiesa -si es que se atreve- que se ha enamorado de una chica gracias a un chat. No es extraño entonces que un joven empiece a perder sus amistades y sustituya la conversación por un sinfín de mensajes cifrados en el condensado lenguaje «wap». Si un joven se irrita o sufre ansiedad porque su teléfono se ha extraviado o su saldo se ha agotado es muy posible que sea un «moviladicto». Esta dependencia se aprecia cuando el usuario tiene una necesidad imperiosa de usar el aparato a cualquier hora, ya sea de día o de noche. Para Gonzalo Robles, delegado del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas, la familia debe tomar medidas expeditivas si se enfrenta a una «abultada factura» producida por las llamadas del niño. La droga que más demandas de tratamiento de desintoxicación genera entre los menores de 19 años es el cannabis, que acapara un 50% de peticiones, según informó el delegado del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas, Gonzalo Robles. Detrás del cannabis, el mayor número de solicitudes lo acumula la cocaína (18%), heroína (15%) y éxtasis (5,5%).

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