Diario de León

Cuando Vargas Llosa era comunista

«Lo contrarrestaba con Sartre pero se lo debo todo a Flaubert y su Madame Bovary’», confiesa el Nobel De Literatura. «No tenia noción de haber escrito tanto», dice en su primera comparecencia estrictamente literaria tras su separación de Isabel Preysler.

Mario Vargas Llosa en el Instituto Cervantes

Mario Vargas Llosa en el Instituto Cervantes

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miguel lorenci

Mario Vargas Llosa (Arequipa, 1936) deja el mundo del cuché y vuelve al de la literatura. En la primera comparecencia estrictamente literaria del escritor y premio Nobel peruano-español, tras su sonada separación de Isabel Preysler y su llamativa ausencia en el Congreso de la Lengua de Cádiz, se avino a desentrañar alguna claves de su proceso creativo. Confesó que leía a Borges a escondidas cuando ‘Marito’ era un joven comunista, en Perú, y que lo contrarrestaba con Sartre. También que es el escritor que es por Flaubert y que no reconoce todo cuanto ha escrito. Lo hizo abriendo el ciclo El fuego de la imaginación. En torno a Mario Vargas Llosa, organizado por el Instituto Cervantes en su sede central.

Con semblante serio, ensimismado a veces, ayudándose con un bastón y con dificultades de movilidad, regresaba a la casa a cuyo patronato pertenece. «No tenía noción de haber escrito tanto», dijo al verse confrontado al primero de los cinco volúmenes de su vasta obra periodística. Serán miles de páginas que reflejan tesis e ideas que el hoy Nobel de Literatura no defiende.

«Muchos de los textos no los reconozco. Están escritos hace mucho tiempo y otros defienden posiciones que ya no son las mías. Pero todo eso constituye la historia de un escritor», dijo. Se remontó a un pasado «rico contradictorio, y complicado» para evocar episodios de la historia del Perú y de América Latina y textos perdidos en los rescoldos de su memoria. «No tenía idea de que había escrito tantas cosas sobre cine, sobre pintores, o novelistas latinoamericanos, y ha sido una verdadera sorpresa enfrentarse a esta selección», reiteró.

Sueño parisino

Reconoció haber aprendido «mucho» de sus contemporáneos pero su gran deuda la tiene con Gustave Flaubert y su Madame Bovary. «Le debo todo. Soy el escritor que soy por él», señaló. Evocó los años en que «era imposible ganarse la vida como escritor en Perú». «La idea de irme fue determinante. Mi partida pasaba por España, pero tenía una gran visión de Francia. Había leído a todos los grandes franceses y aprendí el idioma de Molière entre jovencitas miraflorinas y pitucas que se reían de mí francés vulgar y tosco», contó divertido.

Su sueño era París y en su primera noche en la ciudad de luz compró un ejemplar de Madame Bovary’. «Me dio la oportunidad de ser un escritor contra todas las realidades imaginables», reiteró agradecido. Todo lo contrario ocurrió con su admirado Borges al que leyó cuando era un joven de izquierdas. «Yo era entonces miembro del Partido Comunista y Borges representaba todo lo que el comunismo odiaba. No creía en la realidad o en los problemas sociales y escribía sobre el mundos exóticos. Lo leía de noche y a escondidas», confesó. «Mi deslumbramiento estaba conectado con Sartre, con quien neutralizaba la influencia de Borges», precisó. «Mi infancia como escritor transcurrió así entre Borges y Sartre leyendo a Borges por las noches y accediendo luego a las tesis de Sartre cuya complicada evolución trataba de seguir», resumió.

«Mi relación con Borges fue conflictiva. Creó un estilo propio pero difícil de adoptar y quienes se acercan a él son devorados por es estilo magnífico, que no es heredable. Por eso Borges no tiene discípulos. Son tragados por el maestro y sus seguidores generalmente terminan obnubilados», concluyó.

Presentado por el director del Cervantes, Luis García Montero, Vargas Llosa departió durante más de una hora en la mesa redonda El autor frente a sus contemporáneos, en la que charló con los escritores Carlos Granés (Colombia), y con el premio Cervantes Sergio Ramírez (Nicaragua), moderados por la editora de Alfaguara Pilar Reyes.

Realizado en colaboración con la Cátedra Vargas Llosa y el festival literario Centroamérica Cuenta, el ciclo, toma su nombre de la publicación homónima, El fuego de la imaginación: Libros, escenarios, pantallas y museos (2023), editada y prologado por Granés que recopila seis décadas de producción periodística de Vargas Llosa, con un primer volumen dedicado a la cultura y a la crítica literaria.

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