Diario de León

«Mi padre y Luisa, la de la fonda, ponían flores en la fosa de Busdongo»

Los familiares sienten alivio al recuperar los restos de siete víctimas de la represión franquista: «Les daremos sepultura digna»

Lorenzo Rodríguez, una de los familiares, contempla la exhumación en Valle Vainilla. FERNANDO OTERO

Lorenzo Rodríguez, una de los familiares, contempla la exhumación en Valle Vainilla. FERNANDO OTERO

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A Fernando Rodríguez Arias le quedó grabada la escena que se repetía cada año por Todos los Santos en Busdongo. «Mi padre y Luisa, la de la fonda, ponían flores en la sepultura de tierra de mi tío Lisito y su amigo Pedro. Luego comían juntos en casa». La sepultura de tierra es la fosa donde se han encontrado hasta ayer los restos de siete cuerpos. Son represaliados del franquismo tras la caída del Frente Norte en León en octubre de 1937.

El sobrino de Elías Rodríguez Tascón, Lisito , es el promotor de esta exhumación que realiza la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) desde el lunes en el Valle Vainilla. A pesar de lo esperado del momento, Fernando no ha podido estar presente en el esperado momento de la recuperación de los cuerpos debido a una intervención quirúrgica que se cruzó con la fecha señalada para la exhumación.

Un acontecimiento que Ana Albistegui Suárez, sobrina de Pedro Suárez Arias, fusilado junto a Elías, conoció el martes a través de Diario de León. «Tengo una tableta y leo todas las mañanas el periódico y siempre me fijo mucho en lo de Busdongo porque aunque ahora da pena verlo, era el Nueva York de León cuando yo viví allí», comenta esta maestra jubilada de 89 años que reside en Sahagún. Luisa, la de la fonda, era su tía, a la que le decían cómo podía ser derechas con lo que le habían hecho a su hermano.

Al ver el nombre de su tío «sentí un poco de emoción» y «me acordé de cuando iba con mi abuela Manuela a la tumba, donde crecían unas florecillas moradas, a rezar un padrenuestro». Ana Albistegui tenía tan solo tres años cuando mataron a su tío y no le recuerda, aunque guarda en la memoria la imagen de su abuelo «en la carpintería con un chico joven que sería mi tío». «Decían que era muy cariñoso y que me cogía y jugaba conmigo».

Lo que sí recuerda bien el consejo que le daba su abuela Manuela cuando volvían de poner flores en la fosa: «No te fíes de nadie, decía. Creía que a su hijo le habían delatado dos amigos». Pedro era el pequeño de siete hermanos. «Recuperar su cuerpo y poder enterrarlo en nuestro panteón sería una satisfacción para mi abuela y también para mis tías y mi madre», señala por teléfono.

Elías Rodríguez Tascón, Lisito, tenía tan solo 18 años cuando le fusilaron detrás del cuartel de Busdongo, en el paraje del Valle Vainilla donde ARMH realiza la exhumación de represaliados del franquismo desde el lunes. Era militante de la JSU (Juventudes Socialistas Unificadas) y militaba en el Sindicato de Trabajadores de la Tierra de UGT. «Era republicano y estuvo en el frente, igual que otros dos tíos míos que estudiaban en los Agustinos y cuando estalló la guerra se alistaron».

Valentina y Elías habían tenido diez hijos. La guerra y las desgracias posteriores, como la avalancha de nieve en la que pereció también Elías o una gangrena mortal que sufrió otro hijo, diezmaron la prole a cuatro. Pero el tío Lisito no cayó en el frente. Los falangistas que tomaron el control de la zona tras el avance de las tropas del general Aranda hacia Asturias le detuvieron junto a su amigo Pedro Suárez Arias, de 26 años, que también se había alistado al ejército republicano y pertenecía a las JSU. Juntos los llevaron al cuartel y, por la puerta de atrás, los sacaron para fusilarlos a unos doscientos metros, en el paraje del Valle Vainilla. Una mujer fue testigo desde la ventana de la casa en la que vivía, encima del cuartel. Y las familias supieron el lugar exacto donde estaba la fosa. La fecha de la partida de defunción indica que fueron ejecutados el 21 de octubre de 1937, el día que da por terminada la resistencia republicana en el Frente Norte de León.

La misma suerte corrieron Florentino Martínez Cañón, de 65 años, y Manuel Rodríguez Cañón, de 38, sin haber estado en el frente. A estos vecinos de Casares de Arbas les detuvieron en Busdongo cuando regresaban de Asturias tras la victoria de Franco en la zona.

La exhumación, iniciada a petición de Fernando Rodríguez, ha sacado a la luz siete cuerpos, tres más de los buscados, en lo que el arqueólogo Xerxio Castro ha calificado como «cementerio de fusilados». Los testimonios facilitaron que los primeros restos aparecieran rápidamente tras hallar casquillos de balas.

«Había referencias de que hubo más represión en la zona y la posibilidad de que hubiera más fosas y teníamos claro que había que mirar toda la parcela», explica el arqueólogo. En primer lugar localizaron una fosa con dos individuos hacia el lado norte; una segunda de una persona hacia el lado sur; una tercera de dos personas y en una de las esquinas del norte una cuarta fosa con restos de una persona que más que. por la posición, parece que fue arrojada al borde la ladera. Ayer por la tarde aparecieron restos de al menos otra persona en el medio de la finca. Hoy continúan las labores de búsqueda «para que no se nos quede ningún cuerpo sin recuperar».

«Nunca sabemos la magnitud de la represión y nos sigue sorprendiendo. Veníamos a por cuatro y han aparecido al menos siete», añade el arqueólogo. «En este caso, la complejidad ha sido la arbitrariedad de las localizaciones por lo que seguramente la represión ha sido de distintos días y momentos». La ARMH ha tenido que recurrir a medios mecánicos para poder sondear toda la finca, «con el máximo cuidado por si aparecían restos», precisa el arqueólogo.

La exhumación significa para el sobrino de Lisito que «den sepultura digna a unas personas que murieron vilmente», afirmó Fernando Rodríguez Arias quien, debido a una intervención quirúrgica, no ha podido acercarse aún a la fosa. «Es una satisfacción porque es como una cosa que tenías pendiente, algo que te falta», confesó al pie de la fosa Lorenzo Rodríguez, nieto de Manuel Rodríguez Cañón y de Florentino Martínez Cañón, las otras dos víctimas que se buscan en la fosa. «Quiero enterrarles junto a mis abuelas», dijo. Tendrán que esperar a las pruebas de ADN.

La exhumación de Busdongo se coló ayer en una clase de la Universidad de Nueva York en Madrid. A través de una videoconferencia,el arqueólogo y los voluntarios explicaron al alumnado de Perspectivas contemporáneas de la Guerra Civil que imparte el profesor James Fernández los hallazgos entre los que se encuentran también botones de un capote de ferroviario, una alianza de oro con las iniciales F. R. y la fecha de 17 de febrero de 1934 y muchos restos de munición.

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