Diario de León

LLORAR ES BUENA DIETA

Llorar es un desahogo beneficioso, que libera nuestra emoción y evita que usemos la alimentación como válvula de escape para huir de aquello que nos gusta sentir

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Al llorar y desahogarnos, no solo nos «quitamos un peso de encima» en sentido figurado, al aliviar en cierta medida la preocupación que nos oprime psicológica y emocionalmente, sino que además ayudamos indirectamente a evitar que nuestro peso corporal aumente de una manera física y perceptible en la balanza, según una experta.

Si reprimimos sistemáticamente nuestras emociones, podríamos correr más riesgo de engordar al comer en exceso utilizando la comida como válvula de escape, según la especialista Fran Sabal, fundadora de la Escuela de Nutrición Emocional.

«Tengo que ser fuerte y aguantar». «No debo llorar». «¿Qué pensarán o dirán sobre mi, si me dejo llevar por el llanto?». Son pensamientos que a menudo nos lleva a reprimir las lágrimas, al igual que el clásico «los hombres no lloran», explica Sabal. Pero a pesar de lo que opinen los demás, y de lo que hayamos aprendido desde la niñez, llorar no es negativo. Es un acto beneficioso que «nuestro cuerpo agradece, tanto a nivel emocional como físico», dice Sabal.

Este enfoque del llanto entra de lleno en la llamada nutrición emocional, que aborda la alimentación de un modo global, considerando al peso corporal y la salud digestiva como resultado de la interacción de cuatro niveles: mental, emocional, nutricional y espiritual, explica Sabal, licenciada en Nutrición y Dietética, y post-grado en Enfermedades Crónicas y Obesidad.

Las emociones y la alimentación se influyen recíprocamente según explica Sabal. Para que esta influencia sea mutuamente positiva y enriquecedora aplica a la nutrición herramientas de gestión del pensamiento y la emoción, como la programación neurolinguística, la atención plena (mindfulness), la alimentación consciente (mindful eating), la neurociencia y la inteligencia emocional.

EFECTOS POSITIVOS DE LLORAR

Uno de los principales problemas con las emociones es que desde la infancia se ha enseñado a clasificarlas como buenas o malas, pero lo cierto, dice Sabal, es que «simplemente son emociones y tenemos que permitir que fluyan para que a la larga seamos capaces de entender el mensaje que traen consigo», .

Dejar que el llanto fluya en vez de reprimirlo, ejerce efectos positivos, como ayudar a:

1. Gestionar las emociones, ser conscientes de lo que se siente y dejarse guiar por el mensaje que traen.

2. Soltar el dolor que se lleva dentro sin permitir que se alargue más de lo debido en el tiempo.

3. Produce calma y relajación.

4. Reduce la ansiedad y el estrés.

5. Permite conocer mejor los límites personales y así saber hasta dónde se puede llegar en determinada situación.

6. Hace consciente de la vulnerabilidad y necesidad de apoyo, algo natural, ya que las personas son seres vulnerables y sociales.

7. Reconforta al pedir ayuda a los demás y contar con ellos.

Pero, ¿cómo puede influir la represión sistemática del llanto en la alimentación y el peso corporal?

«Sobreestimamos aquellas emociones que nos gusta sentir, creyendo que son las correctas y siempre deberíamos sentirnos de una manera satisfactoria. Pero la vida tiene altos y bajos, e incluye momentos de dolor y emociones que no nos gusta sentir, y que por lo tanto rechazamos, resistiéndonos a ellas e incluso reprimiéndolas, lo cual las aumenta», señala Sabal.

Alguno ejemplos: cuando se siente tristeza, a menudo se niega lo que se está sintiendo o se trata de restarle importancia o evadirse, pero la pena sigue ahí, acumulándose y estancándose.

Para Sabal, las emociones podrían describirse como «una energía que circula» por nuestro cuerpo. «Cuando la reprimimos y no la liberamos, al no permitirnos sentir pena o dolor, toda esa energía tiene que salir de alguna manera, y muchas veces la manera de canalizarla que tenemos es comiendo», advierte.

En algunos casos, «el dolor y la pena que sentimos son tan grandes que, al no saber cómo gestionarlos, queremos huir de lo que estamos sintiendo y la comida (que depara un placer fugaz) puede transformarse en una vía de escape, según añade.

«Este uno de los factores que llevan a que muchas personas con una tristeza profunda y sostenida, aumenten mucho de peso», explica.

En cambio, «si nos permitimos sentir lo que sea sin necesidad de ocultarlo o escapar, no necesitaremos vías de escape, porque vamos a mirar las emociones de frente, con lo cual la comida recuperará su lugar, que es el de nutrirnos, y no el de ser un consuelo ante las distintas situaciones de la vida», destaca.

Para muchas personas la comida se transforma en una vía de escape, un modo de huir de una tristeza o un dolor que rechazan, evaden o reprimen, experimentando el breve y transitorio placer de comer algo que les gusta, lo cual puede conducir al aumento de peso si esa situación es recurrente y duradera

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