Diario de León

La movida y las cloacas del Estado

En ‘Los perseguidos’, la novela del escritor y político Fernando benzo bucea en el lado más oscuro de la Transición española.

El escritor y político Fernando Benzo

El escritor y político Fernando Benzo

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León

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miguel lorenci

La democracia que hoy disfrutamos es hija de la Transición, un periodo controvertido con tantas luces como sombras. Y en su lado más oscuro bucea el escritor y político Fernando Benzo en su novena novela Los perseguidos. Es un ‘thriller’ con un poso histórico que discurre entre quinquis y ‘modernuquis’, entre jeringas cargadas de heroína y muerte, rayas de coca en plena Movida y policías corruptos que flotan en las cloacas del Estado.

Se remonta Benzo a unos años efervescentes e hipercreativos en los que España se sacudió la grisura franquista para asaltar la modernidad. Años en los que la Movida coincidió con la Transición, época de claroscuros en la que el futuro se construyó desde el consenso. Pero ambos periodos tuvieron esa cara oscura de la que apenas se habla, con drogas, delincuencia desatada y mucha actividad en las alcantarillas del Estado. «Fueron tiempos muy oscuros en algunos ámbitos», advierte Benzo, exsecretario de Estado de Cultura. En su ambiciosa novela, más de seiscientas páginas, hace convivir a macarras navajeros con pijos, maderos y plumillas.

Habitan una España en apariencia alegre y desenfadada pero en la que la heroína hacía estragos en los barrios y la cocaína en los ‘baretos’ chic de los modernos, con el sida segando vidas en todos los ámbitos. «Son años en los que las mafias y el crimen internacional copan determinadas actividades en España», cuenta el autor, para quien «lo políticamente correcto nos está matando». «Es una emocionante historia de lealtades y traiciones, de amistad, de esperanza, una reflexión sobre el paso del tiempo y los sueños, un gran fresco social, la crónica de un tiempo y un país que son los nuestros y de su cara más oscura», resume el autor de Los perseguidos. Repleta de ladrones, asesinos, traficantes, políticos y policías corruptos «no es una novela de héroes, sino de villanos».

Narrada en dos tiempos, vemos la evolución de unos cachorros del hampa y rastreamos una investigación periodística sobre las cloacas del Estado. Benzo mezcla realidad, ficción y técnicas narrativas «sin complejos». Utiliza elementos del ‘polar’ francés, de la novela y el cine negro americano y del ‘thriller’ español «que ha perdido los complejos». «La narrativa negra y policial tiene una gran calidad en España», se congratula. «Los lectores saben que no deben buscar aventuras en Nueva York, porque en Madrid, Pamplona o Vitoria, hay historias magníficas», se felicita.

El trepidante relato se inicia como una de estas películas, con tres adolescentes perseguidos por la policía huyendo en un coche robado tras cometer un atraco. Un quinceañero conduce a toda pastilla y en el casete suenan Los Chichos. La persecución acaba con la muerte del conductor y jefe de la banda, el Chungo. Sobreviven Dardo, el cerebro del grupo, y Peyo, los coprotagonistas de la novela.

Tres décadas después, Daniela, una curtida periodista, pregunta en una rueda de prensa al ministro del Interior, Luis Cáceres, por un asunto turbio relacionado con las alcantarillas del poder. Valiente, lanzada e idealista, escribe artículos de denuncia en un influyente periódico. Su pesquisa sobre el posible pacto entre el titular de Interior y un peligroso mafioso serbio, Zoran Lazic, encarcelado para ocultar una supuesta trama policial de corrupción, estalla como un misil en el Ministerio del Interior. Daniela trata de destapar algo que puede arruinar ese propósito, y el ministro le encarga a su jefe de prensa, Ignacio Montes, que le haga una tentadora oferta: no escribir sobre el asunto de Lazic y hacerlo, a cambio, de un caso no menos atractivo para el que le proporcionarán toda la información necesaria. La historia de un tal Gabriel Melgar, apodado Dardo, el peligroso y escurridizo delincuente español, nada conocido del público, cabecilla de una banda del barrio madrileño de San Blas que lleva treinta años sorteando a la policía y la justicia.

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