Diario de León

En España hay más de cien mil niños superdotados aunque la mayoría de ellos aún no lo sabe

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efe | sevilla

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En España hay más de 105.000 niños superdotados que no lo saben y necesitan de atención específica, sin la que pueden llegar a desarrollar problemas de autoestima y de integración o perder parte de sus facultades, ya que se trata de «un don que hay que cuidar porque si no se cuida, se pierde». El presidente de la Federación Andaluza de Sobredotación Intelectual -Fasi-, Alberto Flaño, explicó en una entrevista con Efe que según los estudios que maneja la asociación, el 2% de la población es superdotada, por lo que la cifra de niños españoles con estas características asciende a alrededor de 107.000, pero las administraciones apenas tienen detectados a 32.000. Los padres de estos niños, que tienen un cociente intelectual superior a 130 y prefieren ser llamados «sobredotados» -para evitar que se interprete que son «superhéroes» y que se crean superiores a los demás-, denuncian que el sistema educativo no les ofrece la atención que necesitan, lo que origina índices de fracaso escolar de hasta 40%, y un 75% de bajo rendimiento. En la mayoría de las comunidades autónomas, las administraciones entienden que un niño es superdotado si tiene altos índices de rendimiento y motivación, un concepto que «ha hecho mucho daño» y es el origen de los problemas educativos y sociales que tienen muchos de estos menores. La única medida que ofrece la educación pública en gran parte del país es la flexibilización, es decir, pedir que el menor pase de curso, pero esta solución no satisface a los padres, ya que según afirma el presidente de FASI estos niños tienen un ritmo de aprendizaje muy rápido, por lo que «cuando pasan dos años, estamos en las mismas». Flaño denuncia que, además, en muchas ocasiones se encuentran con profesores que muestran reticencias a atender al ritmo de aprendizaje de estos alumnos y que a veces incluso «se ponen a la defensiva», lo que acaba creando frustración en muchos de estos niños, que ocultan su condición de superdotados e incluso se niegan a ir al colegio. «Nosotros no queremos que nuestros hijos sean ni Einstein ni Mozart», asegura Flaño, «sólo queremos que sean felices».

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