Diario de León

Rossy de Palma, una picaflor en la cima del Real

La actriz debuta en el coliseo lírico con 'Silencio', un monólogo sobre el desamor encastrado entre 'La voz humana' de Poulenc y 'La espera' de Schömberg

Rossy de Palma.

Rossy de Palma.EFE / YOAN VALAT

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Miguel Lorenci
León

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Como los grandes alpinistas coleccionan ochomiles, Rossy de Palma escala las más altas cumbres teatrales. Su última ascensión culmina en la cumbre del Teatro Real, donde este domingo se estrena como monologuista. Protagoniza 'Silencio', miscelánea de textos en torno al abandono y el desamor que incluye textos de la actriz. Se intercala entre dos hitos de la ópera del siglo XX, 'La voz humana' de Jean Cocteau con música de Francis Poulenc, y 'La espera', con libreto de Marie Pappenheim y partitura de Arnold Schömberg. Con dramaturgia de Christoph Loy y Jérémie Rhorer a la batuta, es una coproducción con la Ópera de Varsovia.

"Soy un electrón libre, un ave de paso, pero no me siento una advenediza", asegura la actriz ante su primer desafío en el Real. "Colecciono teatros como ochomiles y me faltaba este", dice con su voz rotunda la actriz mallorquina que ya había 'escalado' escenarios como el Piccolo Teatro de Milán; el Châtelet de París; el María Guerrero, el Español y La Zarzuela en Madrid; el Romano de Mérida o el Palau de les Arts de Valencia. Espera "poner una pica en el Liceo de Barcelona más pronto que tarde". "Es un privilegio estar en el Real", dice De Palma junto a las dos grandes sopranos con las que comparte cartel, la abanesa Ermonela Jaho (protagonista de 'La voz humana') y la sueca Malin Byström (de 'La espera'). Las tres encarnan a mujeres desquiciadas por el dolor punzante del abandono, el desamor, los celos, el miedo a la soledad y al silencio. Su monólogo enlaza así con las otras dos piezas programadas. "Ofrezco una nueva y femenina visión del amor y el desamor. Las mujeres ya no somos seres sufrientes. Hemos aprendido a amarnos a nosotras, que es muy necesario", destaca. "Doy esperanza con nuevas formas de amar que nos hagan sufrir menos y no ser esclavas del amor torturado", reitera vestida de riguroso negro y con gafas oscuras. Agrega que 'Silencio' reflexiona sobre las nuevas tecnologías y cómo afectan en las relaciones. "Hoy te pueden dejar por whatsapp y ya no hace falta la voz", bromeó.

Inconstante Empezó Rossy de Palma en la danza y en la música pop con el grupo Peor impossible, para decantarse luego por la interpretación. "Además hice mis pinitos con una mezzosoprano", explica más que satisfecha con su 'asalto' al Real. "Soy una picaflor. Una inconstante. No perseveré en el ballet ni en la música. Pero hacer ahora el amor en el Teatro Real es todo un regalazo", se ufana la actriz a sus 59 años.

Alternará en escena sus propios poemas con textos de Oscar Wilde, Ornella Vanoni, Bertold Brecth y los zarzuelistas Luis Fernández de Sevilla y Anselmo C. Carreño en un guiño al género chico. Asegura haber "temblado" de emoción en los ensayos y pide a los espectadores que vayan al teatro "pertrechados con pañuelos, porque las lágrimas están garantizadas". "Tras la primera ópera se necesita una copita de champán y un 'little break'", ironizó De Palma. Precisa que ella hace "un papel bisagra entre esa temática de desesperación y desamor, en la que no escatimamos sufrimiento".

Autodidacta, polifacética y rebelde, Pedro Almodóvar la catapultó en el cine impulsando una carrera internacional en la que ha trabajado con directores como Robert Alman, Mike Figgis, Karim Dridi, Patrice Leconte, Amanda Sthers, Terry Gilliam, Benjamín Millepied y Marjane Satrapi. Para la escena ha creado sus propias performances como 'Resilienza d'A more', '(des)variaciones Goldberg' con David Fernández, 'MarterBellum' o 'Brossy'.

Nombrada comandante de las Artes y las Letras de Francia, se le otorgó aquí la Medalla de oro de las Bellas Artes y es embajadora de buena voluntad de la UNESCO. Grandes actrices Desde su estreno en la Comédie Française en 1930, 'La voz humana' ha sido interpretada por grandes actrices en el teatro y el cine, donde fue dirigida por Roberto Rossellini (con Ana Magnani), Ted Kotcheff (con Ingrid Bergman), Carlo Ponti (con Sofia Loren) o Pedro Almodóvar (con Tilda Swinton), entre otros. Pero fue la ópera de Poulenc la que mejor logró expresar el vertiginoso caleidoscopio de emociones que experimenta la protagonista en la última conversación telefónica que mantiene con su expareja, que se casará al día siguiente con otra mujer.

Casi cincuenta años median entre la composición de 'La espera' (1909), de Arnold Schönberg (1874-1951), y 'La voz humana' (1958), de Francis Poulenc (1899-1963). Ambas son piezas cortas -40 minutos una y 35 minutos otra- con las que Christof Loy propone un viaje del realismo de la primera al expresionismo de la segunda. Sitúa ambos dramas en el mismo inmenso espacio doméstico, "lo que refuerza la percepción de sus distintos lenguajes musicales y dramatúrgicos, articulados por el dolor corrosivo e inconsolable de una ruptura amorosa", según Joan Matabosch, director artístico del Teatro Real.

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