Diario de León

Casado se distancia de Arrimadas y Vox por el temor a un ‘sorpasso’ catalán de Abascal

El PP califica de «populistas» a los de Abascal y ahonda las hostilidades con los naranjas tras el fichaje de Lorena Roldán

El presidente del PP, Pablo Casado, visita las instalaciones de Comercial Alecae en Lérida. PRENSA PP

El presidente del PP, Pablo Casado, visita las instalaciones de Comercial Alecae en Lérida. PRENSA PP

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La buena sintonía que PP, Vox y Ciudadanos mostraron el 10 de febrero de 2019, cuando sus principales dirigentes se fotografiaron en la madrileña plaza de Colón durante las protestas contra el Gobierno socialista, quedó relegada a simple reliquia tras la moción de censura contra Pedro Sánchez. Los de Abascal se quedaron aislados después de que Pablo Casado cortara todos los puentes con la formación de ultraderecha, que percibieron como una «traición» que ningún otro grupo se sumaran a su causa. Desde entonces, el objetivo de los populares se ha basado en presentarse como un partido «centrado y moderado» con el fin de tratar de ampliar su espectro electoral pescando en los caladeros de sus rivales más cercanos y de sumar, también, a «los socialistas arrepentidos».

Las elecciones catalanas del próximo 14 de febrero ofrecerán un banco de pruebas para esta estrategia, por ello en Génova ahora tratan de distanciarse.

La prueba es el lenguaje que manejan en sus argumentarios para referirse a Vox, que ha pasado a ser más hostil y beligerante. Tras el asalto al Capitolio el pasado 6 de enero por parte de manifestantes cercanos al presidente saliente Donald Trump, Casado se refirió a los de Abascal como «extremistas y populistas» porque no condenaron abiertamente los hechos.

LA GUERRA DE LA MODERACIÓN

«Nosotros somos el partido que está en la moderación. Los extremismos tanto a la izquierda como a la derecha se retroalimentan y polarizan la política para intentar sacar réditos en un descontento social a base de populismo», enfatizó el líder del PP.

A esa tesis de comparar a Podemos con Vox y meterlos en el saco del «populismo» se sumó el secretario de Organización, Teodoro García Egea, que acusó directamente a Abascal de «no tener la valentía de denunciar este asalto al Capitolio pero sí de pedir el Premio Nobel de la Paz para Donald Trump». Y ayer, el vicesecretario de Política Territorial del PP, Antonio González Terol, recordó que Vox «absorbió a Plataforma por Cataluña de Josep Anglada, un partido xenófobo que llamaba a la lucha contra la inmigración irregular no por métodos precisamente muy lícitos».

La distancia entre ambos partidos parece ya insalvable a solo un mes de la cita electoral, mientras en Vox persiste la idea de que el PP «se equivoca de enemigo». «Pablo Casado, tus votantes lo saben», lamentaba el propio Abascal en su cuenta de Twitter.

Las últimas encuestas dan por hecho que Vox, con su candidato Ignacio Garriga a la cabeza, irrumpirá en el Parlament con entre cuatro y seis escaños, según el último sondeo del Centro de Estudios de Opinión de la Generalitat (CEO), elaborado antes de que el ministro de Sanidad, Salvador Illa, fuera designado oficialmente candidato del PSC. Mientras que los populares se mueven entre los siete y los nueve diputados.

El miedo a un posible ‘sorpasso’ ha puesto en guardia a los de Casado que temen que esto sea un aperitivo de unas futuras generales.

«Beneficiaría también a Sánchez si esto se traslada al plano nacional, ya que sueña, para su comodidad, con el modelo francés con tres partidos, uno de ellos como el de Le Pen que agrupe a la derecha», señalan fuentes de los populares catalanes.

Los de Casado también pugnan con Vox y el PSC por repartirse el suculento pastel de votos que, según las encuestas, perderá Ciudadanos el 14-F. En 2017, la candidatura liderada por su actual líder nacional, Inés Arrimadas, logró una histórica victoria con más de 1.100.000 papeletas, que podrían acabar en manos de sus competidores no independentistas.

Acuerdos autonómicos

Sin embargo, la estrategia no está exenta de consecuencias. PP y Ciudadanos comparte cinco Gobiernos principales —cuatro autonómicos y el del Ayuntamiento de Madrid— y Arrimadas ya ha advertido a sus socios de que sus acuerdos futuros corren peligro si siguen por ese camino. Sobre todo tras la marcha de la portavoz de los naranjas en el Parlament, Lorena Roldán, a las filas de los populares a finales de diciembre. Un movimiento que pilló por sorpresa a la candidatura que encabeza Carlos Carrizosa.

El vicesecretario general de los naranjas, Carlos Cuadrado, se quejó la semana pasada a García Egea y le reprochó que no les hubieran avisado del fichaje. El dirigente popular le recordó el caso de Angel Garrido, expresidente de la Comunidad de Madrid que, semanas antes de las elecciones autonómicas de 2019, dio el salto a Ciudadanos. Ojo por ojo.

Lo cierto es que este ambiente ha empañado las relaciones entre Arrimadas y Casado, que incluso se plantearon concurrir a la Generalitat con una candidatura conjunta, al estilo de España Suma (en la que también estaba presente Vox), pero que finalmente se acabó descartando por diferencias insalvables. «Estamos en otra etapa», señaló el líder del PP en noviembre, para dar por finalizada esa colaboración, que aún mantienen en Euskadi con los liberales (PP+Cs).

En Génova tampoco ocultan que una de las salidas a la fragmentación de la derecha en España pasa por fagocitar a Ciudadanos. Arrimadas, para defenderse de la OPA hostil, ha optado por dar un giro de timón al centrismo desde que en marzo del año pasado fuera elegida para sustituir a Albert Rivera.

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