Diario de León

Bonald reivindica el poder de la palabra «contra los desahucios de la razón»

«La poesía puede corregir las erratas de la historia», asegura el poeta jerezano al recibir el premio Cervantes

Los príncipes, Mariano Rajoy y el ministro Wert aplauden a José Caballero Bonald, tras recibir éste el premio Cervantes.

Los príncipes, Mariano Rajoy y el ministro Wert aplauden a José Caballero Bonald, tras recibir éste el premio Cervantes.

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miguel lorenci | alcalá
León

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 Poesía, libertad, razón y esperanza. Son las palabras clave con las que José Manuel Caballero Bonald apuntaló el discurso que le convertía en miembro de pleno derecho del selecto club Cervantes, inaugurado hace 36 años por Jorge Guillén. El poeta, narrador y memoralista jerezano hizo una encendida defensa del poder terapéutico y curativo de la poesía contra las heridas de la vida y de la historia. Reivindicó el poder liberador de los libros, la cultura y la palabra «contra los desahucios de la razón».

Lo hizo sin dejarse llevar de la emoción, en un paraninfo de la Universidad de Alcalá abarrotado de escritores, poetas y amigos que quisieron arroparlo en la histórica jornada en la que recibió sus credenciales como premio Cervantes de manos del heredero de la Corona.

Tras recibir el diploma, la medalla y la escultura que le acreditaban como Cevantes 2012, Caballero Bonald saldó desde el estrado su honda deuda de gratitud con Miguel de Cervantes Saavedra en un discurso medido y comedido de poco más de veinte minutos, en el que su seseo jerezano se vio lastrado por cierto envaramiento. Evocó serio y circunspecto la maestría poética de su admirado escritor, capaz de contaminar de poesía El Quijote, obra mayor de las letras hispanas. Dibujó el perfil más esquivo, menos conocido, marginal y enigmático de un Cervantes al que recordó como un «caminante sin brújula entre los boatos de la Italia renacentista, los intramuros argelinos del cautiverio, la corte encumbrada de Felipe II o la Sevilla de finales del XVI y principios del XVII».

Quiso desentrañar al Cervantes más oscuro y enigmático «el que no escribe y que malvive de oficios indeseados» para agradecerle sus «débitos personales con la poesía, ese engranaje de la vida que tanto amó Cervantes y que tan exiguas recompensas le proporcionó». Una poesía que para Caballero Bonald «tiene algo de indemnización supletoria de la pérdida» que nos permite «defendernos de la averías de la historia». En el pasaje más sentido de su alocución recurrió a Pavese para afirmar con el escritor italiano que «la poesía es una defensa contra las ofensas de la vida» y reivindicar el poder pleno de la palabra. «Siempre hay que defenderse con la palabra de quienes pretenden quitárnosla. Siempre hay que esgrimir esa palabra contra los desahucios de la razón», insistió. Pero la palabra poética tiene una componente ética que Bonald reivindicó con idéntico ardor. «He procurado siempre que mi poética noción del mundo se corresponda con mi más irrevocable ideario. En mi poesía está implícito todo lo que pienso y hay lo que todavía no pienso, que ya es meritorio», aseguró.

Una poesía capaz de curarnos de las heridas de la vida «con su capacidad paliativa y su potencia consoladora frente a los trastornos y desánimos que puede depararnos la historia». «En un mundo como el que hoy padecemos, asediado de tribulaciones y menosprecios a los derechos humanos, en un mundo de tan deficitaria probidad hay que reivindicar nobles aparejos de la inteligencia, los método humanísticos de la razón de los que esta universidad fue foco prominente», señaló el nuevo miembro del club Cervantes. Elogió la capacidad de la cultura como aliento del pensamiento crítico: «Leer un libro, escuchar una sinfonía, contemplar un cuadro, son vehículos simples y fecundos para la salvaguardia de todo lo que impide nuestro acceso a la libertad y la felicidad», planteó. «Tal vez se logre así que el pensamiento crítico prevalezca sobre todo lo que tiende a neutralizarlo», dijo un Caballero Bonald que se reivindicó de nuevo como un insumiso y un desobediente, «como Cervantes».

Palabras del príncipe

Por su parte, el príncipe de Asturias ensalzó la «palabra libre» del poeta, alabando su «integridad extrema» y su «lucidez y valentía», considerándole un «referente del rigor literario». Don Felipe definió a Caballero Bonald como «un navegante solitario, resistente a las modas y las actitudes gregarias, frente a las cuales ha mantenido un constante desafío de infractor». «Solo una palabra libre puede sacudir letargos y remover conciencias», ha subrayado en un discurso no solo dedicado a la poderosa vertiente literaria del galardonado, sino también a su compromiso vital porque, ha dicho, «la inquietud, a veces interpretada como disconformidad, ha sido un elemento clave en su trayectoria vital y literaria». El autor gaditano, prosiguió el príncipe de Asturias, «reclama lectores decididos a salir de sí mismos y a compartir la aventura de buscar con esa palabra nuevos espacios de vida individual y social».

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