La belleza y plasticidad de los aluches, atractivo para las artes

León, la ciudad de las vidrieras , luce en el chalé de los Pérez de la calle Suero de Quiñones, sede hoy de la Fundación Carriegos, una especial. El ebanista Miguel Pérez Vázquez se rodeó de lo mejor y más moderno de su tiempo en el hogar que asombraba al pueblón que se hacía ciudad. Maderas nobles, innovaciones llegadas de Europa y unos vidriales en arte de vanguardia en los que se mostraban prácticas deportivas en boga y también los tradicionales aluches, realizada por Basurto Miyar González en los años veinte del pasado siglo, al igual que otras que cobija la ciudad.

Otras presencias de la Lucha leonesa en las artes plásticas pueden disfrutarse en bronces como los que el dominico Miguel Iribertegui nos legó en su belén del Santuario-Basílica de la Virgen del Camino (para el cual sí que constan los modelos auténticos de los que se sirvió), tallas en piedra como la del autodidacta vadiniense Víctor Bascones o en caobas de ultramar como las quince figuras del cubano Guido Rosell (profesor de artes marciales enamorado de la plástica de la lucha leonesa) que integran la colección de José Antón, dibujos y óleos de Rosendo García Ramos, Sendo el de San Justo (de su primera étapa dedicada al movimiento o los retratos de luche que fueron excelente premio de campeonatos de los noventa), Ramón Villa y otros pintores, grabados (magnífico arte para nada menor) como los de Amancio González para El Aplauso de los chopos (2005) o los que integraron la muestra colectiva promovida por Voces propias (2008).