Diario de León

El peor naufragio de inmigrantes en el Mediterráneo causa 950 muertos

Un viejo pesquero se hunde al volcar entre Libia e Italia cuando iba a ser auxiliado.

Imagen tomada con una cámara infrarroja del operativo de rescate de los inmigrantes.

Imagen tomada con una cámara infrarroja del operativo de rescate de los inmigrantes.

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íñigo domínguez | roma
León

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Según el guión esperado, ante la llegada masiva de inmigrantes desde África y la pasividad de la Unión Europea, ayer se produjo el mayor naufragio que se recuerda en el Mediterráneo, con una cifra aproximada de 950 muertos, entre Libia y Sicilia. Era cuestión de tiempo y casi ninguno de los líderes europeos tiene derecho a asombrarse. Lo ocurrido es un trágico fracaso político y moral de difícil justificación. Solo en lo que va de mes han sido rescatadas unas 15.000 personas y era muy probable que alguna de las cientos de maltrechas naves que zarpan atestadas de gente de las playas libias terminara muy mal. Hace justo una semana algunos supervivientes hablaron de un naufragio de 400 personas, aunque sigue sin confirmarse, y el jueves se registró otro con 45 muertos. Es decir, el balance de esta última semana sería de mil muertos. Entonces no hubo ninguna reacción oficial, salvo que la Comisión admitió que el problema iría a peor y no había «ni dinero ni voluntad política» de afrontarlo. Bien, lo peor ya ha llegado.

A medianoche del domingo, un mercante portugués, el King Jacob , fue enviado en ayuda del bote por la guardia costera italiana, que había recibido sus llamadas de auxilio. Estaba en medio de la nada, a unos 130 kilómetros de Libia y 220 de la isla de Lampedusa, el primer pedazo de tierra europeo que es la meta de estas travesías. Cuando el buque llegó al punto señalado se encontró con un viejo pesquero de entre 20 y 30 metros, pero cargado de forma inverosímil. Los testimonios de la nave lusa y los de algunos supervivientes indican que viajaban a bordo unas 950 personas.

Como ha ocurrido en otras ocasiones, la desgracia sucedió cuando más cerca estaba la salvación: al ver el barco los pasajeros se abalanzaron hacia ese lado, desequilibraron el casco y la nave se hundió. El agua no estaba muy fría, 17 grados, pero entonces intervino otro agravante habitual: casi ninguna de estas personas sabe nadar, además de que acumulan días de cansancio, sueño, hambre y sed, y suele haber muchos niños e incluso mujeres embarazadas. Su única esperanza es agarrarse a algo que flote o ser socorridos a tiempo. Fueron llegando naves italianas y maltesas, un total de 17, pero el balance a última hora de ayer era demoledor: solo 28 supervivientes, junto a 24 cadáveres recuperados de las aguas. La cifra total no se sabrá nunca con certeza, pero aunque fueran menos de los 950 estimados, incluso varios cientos menos, sería la peor registrada hasta ahora. En total, se calcula que en los últimos quince años han muerto unas 20.000 personas en el Mediterráneo.

El precedente

Debe calibrarse aún en los despachos europeos si esto podría considerarse lo peor o conviene esperar a la próxima tragedia. Si las proporciones del desastre son suficientes o no para constituir un móvil piadoso que haga rodar los mecanismos de la UE. En octubre de 2013 fallecieron 366 personas cerca de la isla de Lampedusa y algo se movió. En ese momento fue la peor hasta entonces.

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