Diario de León

Armenia despide Nagorno Karabaj y la población encara el exilio

Azerbaiyán da el golpe definitivo para hacerse con el control gracias al apoyo de Turquía

Imagen de refugiados de Nagorno Karabaj en territorio ruso. EFE

Imagen de refugiados de Nagorno Karabaj en territorio ruso. EFE

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El conflicto entre Armenia y Azerbaiyán por Nagorno Karabaj entra en una nueva fase. Después de décadas de enfrentamiento y de miles de muertos, Armenia se ha quedado sola y las fuerzas de Bakú, fuertemente respaldadas por Turquía y armadas por Israel, han dado un golpe definitivo para hacerse con el control del enclave.

Tras veinticuatro horas de operación militar, las fuerzas separatistas armenias accedieron a pactar un alto el fuego y comenzaron la negociación para el desarmarse.

El líder azerí, Ilham Aliyev, proclamó la victoria y dijo que la idea de un Nagorno Karabaj independiente «queda finalmente como algo del pasado». Las grandes incógnitas son conocer el destino que espera a los 120.000 armenios que viven en este enclave situado en territorio azerí y saber si realmente la milicia separatista entregará o no sus armas. De momento hay negociación, pero el acuerdo no llega.

Éxodo por temor a matanzas

Las tropas azeríes ya no tienen oposición armada y llegaron a la principal ciudad del enclave, Stepanakert. «La situación es horrible. Las tropas azerbaiyanas están por toda la ciudad. Están en las afueras y la gente teme que los soldados entren en cualquier momento y comiencen las matanzas», alertó la portavoz separatista Armine Hayrapetyan en palabras a la agencia AFP. Los armenios denuncian que la población está escondida en sótanos y ha perdido los servicios básicos de electricidad y gas y que faltan alimentos. Las comunicaciones están cortadas. Desde Bakú informaron del envío de dos camiones con cuarenta toneladas de ayuda para los civiles que no puedan marcharse.

Tras la desintegración de la URSS, los armenios y azeríes combatieron por este territorio y la victoria fue para los primeros, que consolidaron sus posiciones en los años noventa. Durante los últimos años, sin embargo, las cosas han cambiado y Azerbaiyán ha ido creciendo gracias a su poder energético, mientras que Armenia ha quedado cada vez más aislada.

En la guerra de 2020 los azeríes, con el respaldo turco e israelí, dieron un golpe importante sobre la mesa y esta semana lo han rematado. Ahora, la «operación antiterrorista» relámpago ha llegado después de meses de intensa presión y Luis Moreno Ocampo, exfiscal jefe de la Corte Penal Internacional, llegó a decir a comienzos del verano que había «bases razonables para creer que se está cometiendo genocidio contra los armenios» en la disputada región debido al bloqueo impuesto por las fuerzas de Aliyev. La derrota en los noventa fue un trauma nacional para Azerbaiyán y, desde entonces, primero el presidente Heydar Aliyev, y luego su hijo, Ilham Aliyev, «han alentado el sentimiento antiarmenio como una de las bases de la identidad nacional. A los niños se les enseña desde la guardería a ver a los armenios como el enemigo», explican los profesores Hovhannes Nikoghosyan y Vahram Ter-Matevosyan en un artículo de opinión en ‘The Moscow Times’. Este fuerte sentimiento de odio es mutuo y los armenios de Nagorno Karabaj sienten lo mismo hacia sus vecinos. Ahora crece el temor ae una persecución.

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