Diario de León

Lanzamiento en el aire

Walter Buenaño y Rosa Villacís no logran la dación en pago y su piso será subastado por 260.000 euros aunque la Caja promete aplazar ‘sine die’ el desalojo.

Rosa Villacís y Walter Buenaño con una de sus hijas, su nieto y su hijo menor en la casa que será subastada en El Crucero.

Rosa Villacís y Walter Buenaño con una de sus hijas, su nieto y su hijo menor en la casa que será subastada en El Crucero.

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ana gaitero | león
León

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La dación en pago como salida a un desahucio ya es una realidad. Algunas personas apoyadas por Stop Desahucios la han conseguido en León. Muy pocas entre 60 casos. Era el sueño de Walter Buenaño y Rosa Villacís. Entregar su piso y librarse de la carga de una deuda hipotecaria de más de 150.000 euros a cuyas cuotas no pueden hacer frente desde hace un año.

Ayer agotaron la última posibilidad en una negociación con responsables de Caja España y lo único que consiguieron fue que los representantes de la entidad bancaria se comprometieran verbalmente «a no ejecutar el lanzamiento en un tiempo prolongado», explica Mario Rodríguez, de Stop Desahucios.

La historia del matrimonio ecuatoriano es la misma de muchos de sus compatriotas. En el año 2000 llegaron a España en busca de un futuro. Trabajaron y vivieron sin papeles y pagaron a unos coyoteros para traer a sus dos hijas, entonces menores, y a su hijo, que ahora tiene 15 años, a España. Ahora son seis personas en casa porque nació un nietecito en España.

De Madrid fueron a Galicia y de las Rías Bajas a León. Walter Buenaño encontró un trabajo como chófer y pronto trasladó a la familia. Vivían de alquiler y pagaban una renta de 500 euros. Por entonces empezaron a oír un run rún que corría por las barras de todos las bares y las conversaciones al salir del trabajo: «En vez de pagar el alquiler es mejor comprar el piso porque algún día va a ser su casa», escuchaba Walter. «Pero no va a ser como un alquiler», contestaba.

Se hipotecaron. Rosa encontró trabajo de pescadera en un supermercado y entraban dos sueldos en casa. Firmaron un préstamo hipotecario 165.000 euros a 35 años y otro préstamo personal de 30.000 euros para comprar un piso de segunda mano en el barrio de El Crucero. Empezaron pagando un recibo de 1.350 euros al mes. Casi el sueldo íntegro de Walter. «Vi el piso bonito pero no miré para delante por si me faltaban las nóminas», lamenta.

«Pasaba el tiempo y seguíamos pagando el préstamo personal. Nos tuvieron que mandar dinero hasta de Ecuador», explica. Hace cinco años, a los tres de convertirse en hipotecado, se quedó sin trabajo y el sueño del piso se vino abajo. «Fui al banco a pedir que me bajaran las cuotas y una moratoria y me pedían 1.800 euros para los gastos de notaría», relata.

«Seguiremos luchando»

Hace un año que dejaron de pagar la hipoteca porque «tenemos que comer y mis hijas estudian». Un día en el juzgado Buenaño vio el teléfono de Stop Desahucios y se puso en contacto con el grupo: «Ellos son los que me han ayudado y gracias a estar en el grupo he tenido ánimo y me he parado porque somos víctimas de ladrones encorbatados», denuncia.

Su historia es la de muchos ecuatorianos. La diferencia es que esta familia ha decidido quedarse en España: «Muchos compatriotas se han marchado y han dejado el piso aquí». La familia no se ha sentido atendida por la abogada de oficio que consiguieron por justicia gratuita.

Ayer no consiguieron su objetivo. Su piso se subasta el 19 de septiembre por 260.000 euros. Una anotación de una deuda con otro banco, el BBVA, en su escritura (la mujer tiene embargada parte de la nómina) les cerró la puerta a la dación en pago. «Mi mujer se fue llorando al trabajo y yo estoy desmoronado pero seguiremos luchando» aunque la condonación no se contempla en la Caja.

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