Eduardo Fernández se apoya en Silván y orilla la herencia de Isabel Carrasco en el nuevo PP

El PP de León empezó ayer a levantar su nuevo orden orgánico. Eduardo Fernández eligió San Marcos para tomar posesión como presidente del PP de León por designación directa de Valladolid, Génova mediante, ante un comité ejecutivo que asintió como no le cabía otra. Y ahí, sobre las ruinas que deja el encarcelamiento de Marcos Martínez, presentó la nueva ejecutiva dominada por la ascendencia del consejero de Fomento, Antonio Silván, salpicada por la mayor visibilidad del sector de concejales afines al alcalde, Emilio Gutiérrez, y en la que se barre buena parte de la herencia de su antecesora. «Hay no menos de 15 miembros nuevos», espantó cuando se le preguntó por si se trata de una apuesta de continuidad, al verle escoltado por Luis Aznar como coordinador general y portavoz.

Pese a que en la práctica Aznar funcione como su mano derecha, la fuerza de Silván consigue colar como número dos del partido a Ana Rosa Sopeña. La alcaldesa de Benavides de Órbigo entra de secretaria general, pero además se asientan como presidentes comarcales de León, cargo que ocupaba Marcos Martínez para aglutinar el control de 84 municipios, el alcalde de Villaquilambre, Manuel García, que controlará la zona al norte de la capital, y Juan Martínez Majo, regidor de Valencia de Don Juan, al sur de esta linde. Por debajo se extiende el dominio del consejero de Fomento, que copa tres de las seis vicesecretarías: Relaciones con la Sociedad, en la que recupera al defenestrado alcalde de La Pola de Gordón, Francisco Castañón; Acción Política, donde coloca a uno de sus hombres de mayor confianza, el director del 112, Fernando Salguero; y Electoral, a la que accede el alcalde de Bembibre, Manuel Otero Merayo.

La entrada del regidor bembibrense sirve para orillar al portavoz en el Palacio de los Guzmanes y concejal de ese mismo ayuntamiento berciano, Jaime González, enfrentado con su alcalde y ahora relegado a la cuarta línea de poder como coordinador de acción polítuica en la Diputación. Un modo de relegarle que se aplica con menos tacto con otros fieles de Carrasco, como la alcaldesa de Maraña, Rosa Rodríguez, y el primer edil de Puebla de Lillo y asesor en la instiución provincial, Pedro Vicente Sánchez, que dejan de ser coordinadores de área para convertirse tan sólo en meros vocales, así como del presidente de Nuevas Generaciones, Javier Santiago, que abandona la secretaría de Nuevas Tecnologías .

Ni siquiera le queda ese consuelo a otra de las leales a Carrasco, como Isabel Fernández, que sale de la ejecutiva tras ser vicesecretaria de Políticas Sectoriales y recurso para todo. Se marcha junto con ella por la puerta otras tres personas más afines a la ex presidenta: Cristian Alfayate, Carlos Rivera y Ricardo Gavilanes.

La eliminación de Gavilanes no se ejecuta tan sólo por su cercanía a Carrasco. Su salida responde a una petición directa del alcalde, Emilio Gutiérrez, que le aborreció hace más de un año tras verlo como un posible recambio y una persona leal a la ex presidenta. Pese a que no consigue lo mismo con Agustín Rajoy, que se asienta gracias a su puesto en la ejecutiva autonómica, la marca del regidor de la capital leonesa queda sobre todo con la reaparición de su hombre de confianza y portavoz, José María López Benito, como presidente del Comité Electoral, del que dependen el envió de la listas a los estamentos superiores; una apuesta en la que Fernández se reencuentra 10 años después con quien fuera presidente del partido en su primer mandato como secretario provincial. Por debajo, ya en cuarta línea también se nota la muesca de Gutiérrez con la entrada de cinco concejales más como secretarios de área: Nuria Lesmes, en Asesoría de Ayuntamientos; Patricia Guerrero, sin función definida; Juan Pablo García Valadés, en Nuevas Tecnologías y Redes Sociales; María José Álvarez Casais, en Electoral; y Belén Martín-Granizo, en Infraestructuras, donde Silván logra colocar como contrapeso con lasd mismas tareas al joven Eduardo Tocino.