El laboratorio de radares de la ULE abre un nuevo foco de especialización

A. Calvo | León

Un radar corona el tejado de la Escuela de Ingenierías de la Universidad de León como parte del recién estrenado Laboratorio de Radiometría de la Universidad de León. Una instalación puntera y con la que cuentan muy pocas universidades a nivel nacional que completa la formación de los graduados en ingeniería aeroespacial y de los alumnos del máster en ingeniería aeronáutica, aunque está abierto al resto de las ingenierías que se imparten en la escuela. Los responsables de este nuevo laboratorio, los profesores Carlos Fernández y Luis Felipe Blázquez, destacan que aunque el objetivo principal es la investigación y la docencia, también están abiertos a la colaboración con el sector empresarial, para que puedan ampliar sus estrategias.

Receptores —de GPS y de radio definida por software— y el radar son los principales instrumentos con los que cuenta el laboratorio en el que se aborda «la medida mediantes ondas radioeléctricas, la trasmisión de la información (codificación y descodificación) y el envío de datos», tal y como explican los dos profesores, quienes añaden que gracias a esta instalación los alumnos conseguirán «una formación muy específica y muy técnica» y que ampliará también las posibilidades de investigación del resto de los alumnos de la escuela, ya que, por ejemplo, el laboratorio se fundamenta en la electrónica y la informática, grados que también se imparten en el campus de Vegazana, aunque está estrechamente ligada a las telecomunicaciones. Además, el laboratorio también podría completar el desarrollo de vehículos autónomos, porque los equipos con los que cuenta son tan precisos que permiten localizar un elemento con un error de menos de un centímetro.

Con empresas

Fernández y Blázquez explican que una de las principales empresas a nivel mundial en el campo de los radares es Indra, que cuenta con un centro en León que está potenciando, precisamente, este ámbito. De hecho, en la presentación interna que se realizó recientemente del laboratorio, estaban presentes además de miembros de Indra, responsables de las empresas Tresca y Recefil, además de personal de la Universidad. Los profesores esperan seguir aumentando el equipamiento del laboratorio —que recientemente ha sumado dos aparatos más potentes el Airspy R2 y el HackRF One— a través de colaboraciones y nuevos proyectos.

Vigilando el cielo

Con el receptor SBS-3 con el que cuenta el laboratorio los alumnos, pueden trabajar en tiempo real ‘vigilando’ los aviones que sobrevuelan León en un radio de hasta 400 kilómetros. «Es sólo un receptor, no emite ni interfiere en el tráfico aéreo, pero amplía la formación de los alumnos ya que pueden ver todo el tráfico aéreo y llegar a otras zonas que estén conectadas al mismo sistema», matizan Carlos Fernández y Luis Felipe Blázquez. «Una vez que conoces la posición de los aviones en el espacio aéreo local puedes implementar algoritmos para optimizar los vuelos», explican los profesores de la Escuela de Ingenierías, para añadir que con el radar puedes hacer un seguimiento de las posiciones y los alumnos podrán trabajar todos estos puntos en tiempo real, sin necesidad de tener que recurrir a simuladores. El equipamiento mejorará la formación de los estudiantes, que también podrán ahondar en temas de investigación.

Fernández y Blázquez llevan más de dos años trabajando en el desarrollo de este puntero laboratorio que esperan seguir complementando con nuevos equipos para ahondar en la especialización de los alumnos de la Escuela de Ingeniería de la Universidad de León, que completarán con su paso por estas instalaciones su formación.