Diario de León

Arnault: El dueño del lujo

Dicen de él que es discreto y de gustos sencillos, pero no podría serlo aunque quisiera. Y mucho menos después de arrebatar a Elon Musk, por unos meses, en diciembre de 2022, el título de hombre más rico del mundo, según la revista Forbes

Imagen fechada en París el 21 de septiembre de 2021 de Bernard Arnault y sus hijos Delphine (izquierda) y Antoine

Imagen fechada en París el 21 de septiembre de 2021 de Bernard Arnault y sus hijos Delphine (izquierda) y AntoineEFE/EPA/YOAN VALAT / POOL

Publicado por
Begoña de la Fuente
Madrid

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Dueño de LVMH —el gigante del lujo que aglutina a firmas como Loewe, Bulgari, Louis Vuitton o Dior—, su rostro es sin embargo menos conocido que sus marcas, y con eso se conforma este magnate francés, consumado pianista y amigo del tenista Roger Federer, con quien juega algún partido cuando las agendas de ambos lo permiten. Su otra afición ya no es tan común. Culto y refinado, posee una amplia colección de obras de artistas tan importantes como Picasso o Warhol, que ya quisieran algunas pinacotecas. Pero tampoco sería justo obviar su labor de mecenazgo, a la que hay que sumar la creación del Premio LVMH para jóvenes talentos, méritos entre otros que le han hecho poseedor de la placa de Gran Oficial de la Legión de Honor francesa.

«No estoy seguro de que ambición sea la palabra correcta. Lo que amo es ganar», es una de sus frases fetiche, y que seguro conocen sus hijos como herederos de una fortuna, a la que ya contribuyen como altos directivos, y que el propio Arnault considera que será difícil dilapidar. «Dentro de 20 años, estoy convencido de que la gente seguirá bebiendo Don Perignon», dicen que afirmó en una ocasión, refiriéndose a una de sus marcas estrella. «¿Podemos decir lo mismo del iPhone? Tal vez no. Tal vez tengamos algo más innovador», añadió. Del ladrillo a la moda, por la puerta grande. Hijo de un constructor de obras públicas, Arnault nació el 5 de marzo de 1949 en Roubaix, norte de Francia.

Tras finalizar sus estudios de Ingeniería, convenció a sus padres para vender el negocio familiar y se enfocó en la promoción inmobiliaria. Ya casado con Anne Dewravin y con dos hijos, Delphine y Antoine, vivió una breve «aventura americana» en Estados Unidos. Y en 1984, de regreso a Francia, invirtió todos sus ahorros en la compra del grupo Boussac, propietario entre otros de Dior.

Recién aterrizado en el mundo de la moda, no tardó en hacerse con el accionariado de LVMH, filial del holding, que en nada multiplicó sus beneficios. Ya no había marcha atrás. En 1990 se separa de su esposa y en 1991 se casa con la pianista Hélène Mercier, con quien tiene tres hijos, Frederic, Alandre y Jean, y que junto a sus hermanos no tardarán en adquirir responsabilidades en la empresa familiar.

En 2005, Arnault ya es el hombre más rico de Francia. Y en 2019 su fortuna alcanza los 100.000 millones de dólares y es la tercera del mundo. En 2021, LVMH, que ya por entonces incluye más de 70 marcas de moda, cosmética y hostelería -a las ya mencionadas se suman Kenzo, Givenchy, Sephora, Moët Chandon, el hotel Cipriani de Venecia, el grupo hotelero Belmond o el tren Oriente Express- adquiere la famosa joyería estadounidense Tiffany&C0 por 15.000 millones de dólares, marcando la mayor adquisición de una marca de lujo de la historia. Hemos tocado techo.

Polémicas aparte…

Admirado y odiado por partes iguales, Arnault suele responder a las críticas recordando que LVMH tiene unos 40.000 trabajadores en Francia, de los 175.000 mundiales y más de 100 centros de producción en el hexágono francés. Y que LVMH es el primer contribuyente en impuesto de sociedades en su país. A sus compatriotas les cuesta olvidar sin embargo que el magnate intentó tramitar en 2012 la ciudadanía belga para buscar un mejor trato fiscal, algo de lo que finalmente desistió. Su argumento era que allí contaba con una fundación para proteger la fortuna de sus herederos, pero el mal ya estaba hecho.

Sin prisa por jubilarse, según él mismo reconoce, Arnault anunció sin embargo el pasado enero que dos de sus hijos, Alexandre, vicepresidente de Tiffany, y Frédéric, a la cabeza de Tag Heuer, serían propuestos para su elección al consejo de administración, en la próxima junta de abril, lo que daba una idea de que la maquinaria se había puesto en marcha.

De esta manera sólo Jean, el pequeño, y que desde 2021 ejerce como director de marketing y desarrollo para la relojería de Louis Vuitton, no formaría parte del consejo. «Tiene tiempo, es joven», dijo Arnault. Los otros retoños, Delphine y Antoine, ocupan ya un sillón en el comité. Delphine ejerce desde 2023 la presidencia de Christian Dior Couture, y Antoine, director general de Berluti y presidente de Loro Piana, es desde 2022 director general de Christian Dior. Hermanos todos ellos, que al menos de cara a la opinión pública parecen llevarse de maravilla y conocen bien el imperio de un hombre que supo ver negocio en el lujo. El propio Arnault cuenta: «Cuando fui por primera vez a Nueva York como estudiante, le pregunté al taxista del aeropuerto si conocía al entonces presidente francés, Georges Pompidou. Él respondió: en absoluto, pero conozco a Christian Dior». Así nacen las leyendas

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