Sobrio y poco esperanzador

Con el cuerpo en el Aula Magna pero con la cabeza en el Ministerio de Educación, José Ángel Hermida tomó posesión de su cargo como rector de la Universidad leonesa los próximos cuatro años. Un reto, a juzgar por la situación actual, bastante más complicado que el de hace cuatro años. Ya lo dijo el rector. Pese a todos los recortes, al plan de saneamiento y al de contención del gasto aún habrá que apretarse más el cinturón. Bajo la sombra de la incertidumbre acerca de lo que pasará con las carreras, ya que las de menos alumnos están en tierra de nadie, el más que probable aumento de horas para un sector del profesorado, y unos alumnos que tendrán que pagar más para estudiar, Hermida dirigió su discurso «amable», como el lo definió, no sólo al público asistente, sino también a los rectores de las demás universidades públicas y privadas de Castilla y León que lo escucharon con gesto de preocupación. El mismo que mostró el consejero cuando le tocó pronunciar su alocución. Que la sociedad leonesa está con la institución académica parece un hecho, dada la cantidad de autoridades que acudieron a arropar a Hermida y a su «causa universitaria» y que están citados de nuevo dentro de una semana para celebrar San Isidoro. Un acto académico tan sobrio como corto, para lo que acostumbra la comunidad universitaria, ya que apenas duró una hora. El rector no recibió los atributos que así lo atestiguan porque renovaba en su cargo. Lo que sí hizo Hermida fue prometer su cargo, teniendo como testigos no sólo al consejero de Educación sino también a los que han sido rectores de la institución en otra época: Campillo, Nieto Nafría, Santoyo y Penas.