Diario de León

Una Roca que es montaña rusa

Los cambios de gobierno en España y el Peñón recrudecen la vieja disputa territorial.

La imagen de la reina Isabel II se proyecta sobre una de las caras del Peñón en mayo.

La imagen de la reina Isabel II se proyecta sobre una de las caras del Peñón en mayo.

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Ander Azpiroz | madrid
León

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«Esta broma se ha terminado». Con estas palabras, el 23 de enero, apenas un mes después asumir la cartera de Asuntos Exteriores, José Manuel García-Margallo finiquitaba ocho años de política socialista conciliadora con respecto a Gibraltar. Ese día, el jefe de la diplomacia española se dirigió sin rodeos a su homólogo británico, William Hague, y a los habitantes del Peñón: «Los gibraltareños se empeñan en hablar de soberanía, de jurisdicción, de las cosas que corresponde hablar a los mayores. De jurisdicción y soberanía hablan España y Reino Unido».

La victoria socialista en el 2004 abrió uno de los periodos más ‘pacíficos’ en las relaciones entre la colonia y España. José Luis Rodríguez Zapatero dio un giro de 180 grados a la posición mantenida por Jose María Aznar al acceder a sentarse a negociar junto a los representantes de la colonia en el denominado Foro de Diálogo Tripartito. La política de buena voluntad no alteró, sin embargo, el inmovilismo británico. El retorno del PP ha supuesto otro volantazo en la forma de abordar la secular reivindicación española.

El Gobierno de Mariano Rajoy ha vuelto a situar la recuperación de Gibraltar entre los ejes centrales de su política exterior. El primer mensaje fue tajante, abandonar las negociaciones a tres bandas.

Aunque el Foro de Diálogo Tripartito ya estaba paralizado en los últimos meses del Ejecutivo socialista, su disolución ha llegado de la mano de García-Margallo. La única fórmula de recuperar un mecanismo similar, aclaró el ministro ante el Congreso, es la de «dos banderas y cuatro voces». España y Reino Unido dirigirán las conversaciones, y si el Peñón quiere ser escuchado, también deberán serlo los municipios andaluces del Campo de Gibraltar. Una postura que es acertada para José María de Areilza, profesor de Derecho de la Unión Europea, quien sostiene que la estrategia del Gobierno «significa una gran noticia en la medida en que vuelve a situar sobre la mesa el asunto central del problema, que es la soberanía».

Picardo gana a Caruana

Mientras se busca una nueva fórmula de diálogo, las relaciones entre las partes implicadas se han visto salpicadas por el conflicto pesquero en las aguas de la bahía de Algeciras, la denuncia ante la Unión Europea presentada por España al considerar Gibraltar un paraíso fiscal o la visita, «desafortunada en tiempo y forma», según García-Margallo, del príncipe Eduardo de Inglaterra a la colonia.

El cambio de Gobierno en Gibraltar tampoco ha contribuido a tender puentes. El 11 de diciembre de 2011 Peter Caruana fue derrotado en las urnas por el socialista Fabian Picardo, quien durante la campaña exhibió un discurso impregnado de tinte nacionalista y atacó a su contrincante por su cercanía a España. Lo cierto es que, en los 15 años que ejerció como ministro principal, Caruana se opuso de forma taxativa a cualquier anexión a España pero se mostró abierto al diálogo en todos los aspectos concernientes a la buena vecindad. Rubricó el pacto de 1999 para que los pescaderos gaditanos faenaran sin trabas en la bahía, el mismo que Picardo ha puesto ahora en entredicho en virtud de una ley gibraltareña aprobada en 1991 que prohíbe la pesca con redes en sus aguas territoriales. El actual ministro principal dice que el enclave colonial, el último de Europa», está «amenazado y atacado» por España y ese sentimiento se refleja en sus planteamientos, mucho más inflexibles que la de su antecesor.

Amenazas

Las señales del recrudecimiento en el enfrentamiento han llegado en los últimos meses desde un lado y otro de la verja. Han alcanzado, incluso, tonos prebélicos. Desde el Gobierno de Rajoy se ha reiterado que se tomarán todas las medidas necesarias para proteger a los pescadores que faenan en la bahía, intervención de la Guardia Civil incluida. La respuesta de Londres corrió el pasado miércoles a cargo del secretario de Defensa, Nick Harvey: «El escuadrón de la Royal Navy en Gibraltar continuará deteniendo y desafiando todas las incursiones marítimas que amenacen la integridad de las aguas territoriales (de Gibraltar)». Mientras tanto, Picardo aprovechó la visita del príncipe Eduardo y su comparecencia ante el Comité de Descolonización de la ONU para inflamar el espíritu británico de sus conciudadanos. Ante el hijo pequeño de Isabel II denunció los permanentes ataques del Ejecutivo español. «Nos defenderemos y saldremos adelante», amenazó.

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