¿Y el bisonte?

Tengo que escribirle a Victoriano Crémer y turbarle la paz ganada en sus divinos candelorios, pero es que es necesario que sepa que se le ha muerto el bisonte, pobre bicho.

Victoriano lo bautizó.

Cuando la Caja de Ahorros de León tuvo que apearse de su nombre y del Monte de Piedad -donde gozaba como si fuera de Venus- y llamarse Caja España , arrearon un drástico cambiazo a su imagen comercial gastando dos mil quinientos millones de entonces en encargar los dibujitos y diseño corporativo a una empresa americana (al firmarse, a más de dos intermediarios se les corrió la tinta de puro gusto). De aquel cambio surgió el nuevo logo de la entidad con un toro encima hecho a trazo simple y grueso, un toro robusto y redondón que agacha la testuz, no sabemos si por humillarla o por amagar embiste, que va a ser que sí, pues sólo hay que contar los cientos y cientos de preferentistas que nos muestran hoy sus graves cornadas.

Ese agachamiento deja en alto el morrillo como en las pinturas de Altamira y eso le hizo concluir a Victoriano que en realidad se trataba de un bisonte sin duda alguna... y hablando de la nueva Caja , sacaba siempre su bisonte a pastar en los prados de la coña o del choteo, pues choto nació... y cebón.

Pero se ha muerto, querido amigo.

Ya lo había hecho cuando el Cajaespaña se diluyó en el Ceiss ( pisha, er zei é er número de la Beztia ), murió, aunque aún se vea su cadáver en rótulos, sucursales, carteles... sin embargo, de ahí volará ahora que los andaluces han comprado este naufragio bancario nuestro gracias a otros cuatrocientos millones que nos sacarán de las costillas... ¿y se llamará?... ¡ Tocomocho Bank! , genial, eficaz... ¿y el bisonte?... al tacho, chuletón para El Capricho .

Aunque ahora que lo pienso, ¿a qué voy a importunar a Crémer con esta desgracia?... es mejor que no nos tenga más lástima y crea que todavía queda un bisonte en la reserva de los indios cazurros piesnegros , porque nos pasaría lo mismo que a los sioux tras aniquilarles sus últimos bisontes, que sólo pudieron sobrevivir haciendo collares y mocasines para los turistas y la tele.

No le diré que ya estamos en ello.