Diario de León

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Muy cerca de nosotros, en Cacabelos, en mi Bierzo natal, se ha producido una tragedia que, milagrosamente, no ha llegado a consumarse; pero no deja de ser tragedia, como la define Mª Moliner: «Drama heroico; desgracia de la vida real de consecuencias tremendas»; tremendas, porque nos hacen temblar. Una vez más, en un centro escolar, el «despiste irresponsable»» de alguien que debería hacer un serio examen de conciencia, dejó al borde del suicidio a un menor acosado por unos compañeros del centro educativo.

Leo con estupor la noticia en el Diario, (nunca me acostumbraré al terror que me produce la muerte injusta de un menor; injusta siempre que los responsables de proteger esas frágiles vidas no cumplen a rajatabla su obligación de vigías), y estupor me producen las palabras de la madre solícita y buena vigía que, in extremis, evitó la tragedia de su hijo. Una madre que afirma con absoluta clarividencia: «es injusto que sea mi hijo el que tenga que moverse e irse de su instituto… parece como si al final mi hijo fuera un delincuente, la persona que hizo mal, y por eso es el que encima tiene que poner tierra de por medio e irse. Es evidente que él es el agredido». Los agresores han conseguido lo que pretendían y no sufren consecuencia alguna, por su «hazaña» con abuso delictivo, ni ellos, ni sus padres. Yo me pregunto ¿es correcta esta respuesta o es un disparate educativo?, ¿es lo que marca la ley del menor? Pues maldigo esta ley en este aspecto. Las leyes deben proteger a las víctimas y castigar disuasivamente a los autores del daño.

Ante estos hechos demasiado frecuentes, y muchos ocultos porque se mira hacia otro lado, la Administración, los claustros, las ampas y todos nosotros hemos de hacer un serio examen de nuestras responsabilidades y dejaciones. Yo escribo por responsabilidad para llamar la atención social. El 20 de noviembre de 2017 publiqué en esta misma sección un largo artículo de loa y felicitación al cuerpo docente, por su decencia, coraje y valía en su labor educativa, impagable a todas luces. Pero hoy tengo que recordarles que en su sueldo, digno de mejor causa, entra de lleno el complemento de responsabilidad; es decir, todos esperamos de ellos respuestas pertinentes en su diaria labor, que no es solo como docentes o enseñantes, sino, además y sobre todo, como educadores. Si esto no lo cumplen, se han equivocado de profesión. En el término ««pertinente»», no lo olvidemos nunca, el prefijo PER se antepone a esta y otras muchas palabras para cargar su significado de forma superlativa: per-sona, per-cutir, per-forar, per-alte, per-suadir…

Sé, conozco y sufrí, como vosotros, un sueldo que no valora de verdad vuestra importante y sagrada labor-responsabilidad educativa y docente; pero no os dejéis arrastrare por la rutina o por el desaliento; no tiréis la toalla o miréis hacia otra parte para no complicaros la vida cuando ejercéis a diario vuestro trabajo en colegios e institutos. Sé que no es como trabajar plantando lechugas o sulfatando viñedos; el trabajo con menores resulta muchas veces ingrato, agotador; pero si hacéis dejación o dais respuestas «im-per-tinentes», in-adecuadas, las víctimas, los menores, serán más víctimas, la injusticia será mayor y nuestros menores se quedarán más huérfanos por faltos de la protección adecuada. Hoy, aquí y ahora, para los padres y madres, y para toda la sociedad en general, vosotros sois nuestra agarradera más firme, confiamos en vuestra labor. Si seguimos unidos y no nos decepcionamos unos a otros, salvaremos la catástrofe. Si entráis en Google buscando quos Jupiter odit, damnat ad pueros , os encontraréis el artículo de 2017. Vosotros no podéis consideraros como condenados a cuidar niños, sino como privilegiados, porque los padres confiamos ciegamente en vosotros y en vuestra pedagogía y dejamos en vuestras manos, durante muchas horas, lo más valioso que tenemos: nuestros hijos y nuestros nietos. Por favor, no nos falléis.

Todos a una os vamos a apoyar para desterrar cualquier tipo de acoso o maltrato entre menores. Pedimos firmeza para corregir y castigar a esos delincuentes en potencia que hoy campan a sus anchas, atemorizando a más niños y niñas de los que a veces os enteráis. Para quien quiera y pueda ver la serie Tribunal de menores , de sello coreano, se la recomiendo; es ilustrativa y pertinente, tratando este grave problema del acoso y sus consecuencias trágicas.

Cambiar a la víctima de colegio puede resultar lo más cómodo (¿para quién?, y más barato para la Administración. Entiendo que la víctima quiera huir del centro que no le protegió debidamente cuando era su obligación; pero si esta es la solución que se generaliza, la acción pedagógica, se prostituye. No olvidemos que pedagogía (paidos-ágein) significa cuidar, conducir, proteger al niño, nunca lo contrario: proteger a los abusadores de los niños. Firmeza pertinente, que escasea en demasía en este sistema actual, mantecoso y acaramelado. Júpiter, hijo de Rea y de Saturno, se libró de ser devorado por su padre (nuestra Administración), porque la madre le entregó una piedra envuelta en pañales para que se la tragara. Si adulamos a los Saturnos y no somos críticos con sus actuaciones, somos encubridores de corrupciones y degradación de costumbres. Seamos prudentes, pues, y que la diosa Minerva, diosa de la prudencia y nacida de la cabeza de Júpiter, nos proteja a todos.

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