Diario de León

EL BALCÓN DEL PUEBLO

Ensoñación artificial

Publicado por
JUAN F. PÉREZ CHENCHO
León

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ANTEAYER dimitió -o mejor dicho: le conminaron a dimitir- Raimon Martínez Fraile, delegado del gobierno de la Generalitat en Madrid. Raimon es un catalán de San Cristóbal de la Polantera. Un leonés que nunca ha dejado de serlo y, demás, ejerciente, preocupado y enterado de todos los asuntos de nuestra tierra. Un hombre ya acostumbrado a entrar y salir, o viceversa, de la política a la empresa privada. En las dos actividades le buscaban. Y le seguirán buscando. En los años 80 era teniente de alcalde del Ayuntamiento de Barcelona y tuvo el primer encontronazo con el entonces corregidor Pasqual Maragall. Lo dejó. Ahora, un cuarto de siglo después, ha tenido que dimitir por decir en voz alta lo que todo el mundo sabe y piensa que es cierto: O sea, que el ex-honorable Pasqual Maragall no está bien psicológicamente, por emplear un término de terciopelo y suavidad respetuosa. Vamos, algo así como esa especie de oligofrenia política e intelectual que se le asigna en voz baja al ex-presidente del Gobierno, José María Aznar. Estos son tiempos en los que no hay nada más peligroso que vocear la verdad. Es absolutamente incorrecto desde el punto de vista político. Pasa en todo el país, pero de forma muy especial en Barcelona. Madrid es un nido de víboras y rumores. La capitalidad de Cataluña actúa. La clase dirigente de la Ciudad Condal, compuesta por políticos, empresarios, algunos intelectuales y medios de comunicación, parece que estuvieran viviendo en una ensoñación artificial inventando problemas a los ciudadanos para no resolverles los que realmente tienen. El episodio de la reforma del Estatut pasará a la historia como ejemplo supremo de esa ensoñación. Raimon nunca ha sido de esos políticos que, en parte, dirigen al PSC. Unos políticos a los que, si raspas en su caparazón, tienen más en común con CiU que con el PSOE. Al contrario, Raimon Martínez Fraile siempre ha sido un hombre de izquierdas, constitucionalista y sin veleidades nacionalistas. Por eso chocaba con frecuencia con los alucionados como el expresidente Pasqual Maragall. El PSC tendrá que hacer, antes o después, un examen de conciencia y redefinirse y aclarar cuál es su idelología y partido político. Por una razón muy clara: no puede permitirse el lujo de prescindir de la gente más solvente, como Raimon, en leonés Raimundo. De todas las maneras, a pesar de esta nueva «maragallada», ahora ejecutada por el president Montilla, Raimon Martínez Fraile estará este verano en San Cristóbal de la Polantera, leyendo a la sombra de las choperas, merendando ancas de rana en La Bañeza o sopas de trucha en Hospital de Órbigo, y también en León capital, como todos los años desde que sus padres emigraron a Cataluña. El honorable José Montilla podrá creer que ha hecho un ejerecicio de autoridad cesando a Raimon Martínez Fraile. Pero si tiene que aplicar el mismo rasero a todos, se quedará sin gobierno en menos que canta un gallo. Tendrá que importar los candidatos, como el cacao, de Guinea.

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