Diario de León

MAR DE FONDO

Depende, y muchos más

León

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LA DUDA forma parte de mi existencia. Cuando el redactor jefe me propuso que escribiese en estas páginas de opinión pensé: ¿A quién le puede interesar lo que yo piense?. Todo está permitido en mi conciencia, salvo el hacer daño a los demás. Rechazo el engaño doloso. La diversidad nos enriquece. Mi línea básica de pensamiento está en la idea socrática de que la verdad nace de uno mismo, pero para llegar a ella hace falta mucha información, lo más variada posible y de distintos colores, tantos como los de la bandera de la diversidad. Y hace falta reflexión. Sócrates desmontaba los argumentos de sus adversarios dialécticos no con dogmas y aseveraciones contundentes, sino que preguntaba y repreguntaba hasta que su oponente dudaba de su propia creencia. Difícil arte el de la pregunta exacta. Ese es el cometido del buen periodista. Lo manejan a la perfección los niños. Los padres nos sentimos agobiados por la insistencia de la duda y la comprobación de que, a veces, un niño de cinco años nos deja sin respuesta sólida, un síntoma claro de la debilidad de los argumentos que defendemos. «Porque sí», «porque es lo que piensan las personas sensatas», «porque es lo normal», no son respuestas correctas. Es la respuesta que abre una duda más amplia, muestra el camino de la desconfianza. En la sociedad actual hay poco tiempo para pensar y como consecuencia de esa cadena se corre el peligro de no tener argumentos para preguntar. Siempre he dicho que si tuviera que elegir una virtud para mis hijas elegiría la de la curiosidad. Y satisfacer la curiosidad tiene sus consecuencias entre los que creen que todo está pensado y decidido por quienes saben de todas las cosas. «Los hombres -dijo el Principito- se encierran en los rápidos pero no saben lo que buscan. Entonces se agitan y dan vueltas...».

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