Huida hacia adentro

YA se ajustan calendarios. Si la crisis no lo impide, las carreteras volverán a colapsarse por el tránsito de una ciudadanía que huye y busca la felicidad a 140 kilómetros por hora. Los aeropuertos acumularán retrasos de vuelos que prometen el Edén. Las maletas abiertas, vacías, esperan ser llenadas de proyectos determinantes para una estancia perfecta. Algunas se perderán por el camino. Las que lleguen, serán una pesada carga que, de regreso, dejaremos, un año más, sobre una calabaza. Un largo viaje para llegar a un destino anhelado que se nos promete cargado de placer, que imaginamos e idolatramos como objeto de deseo durante todo el año. Es una búsqueda incansable de lo que nunca llegará si sólo miramos hacia afuera de nosotros mismos para encontrarnos. Por muy lejos que vayas, tú irás contigo, y esa es una realidad sin remedio. Miles de mundos deambularán por la Tierra en busca de un oasis de felicidad. Cuanto más lejos, mejor. ¿Quién nos enseñó que vivir es jugar y no perder?. No pierde el perdedor, gana siempre el jugador y aunque pierda, vive. Esa es la clave. El verano se nos anuncia con los colores de los fuegos artificiales. A mí me trae a la mente fotografías de mi infancia. De las siestas tórridas en La Mancha, de una terraza grande y limpia, con macetas y flores de colores y perfumadas, de noches estrelladas y conversación familiar. No hay en el mundo un lugar mejor para mí, aunque guardo imborrables recuerdos de otros parajes. Cada uno de nosotros tenemos dentro nuestro propio paraíso y ese no está descrito en una guía de viajes, ni aparece en las ofertas turísticas, ni en los lugares más alejados del planeta. «Busca a tu complementario, que marcha siempre contigo, y suele ser tu contrario», escribió Antonio Machado.