Diario de León
León

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YA SE adivinan los sonidos machacones de las zambombas, las panderetas y las voces de los niños cantores de los villancicos se han estacionado en el umbral y se cuelan por debajo de la puerta con olor a turrón. Las luces y las guirnaldas adornan ya los centros comerciales de la ciudad al tiempo que las compañías jugueteras y tecnológicas emprenden sus campañas y promociones. Mejor comprar ahora que después, que sale más caro y no están los tiempos para quedarse rezagado. En las grandes y pequeñas superficies los polvorones, bombones y peladillas se amontonan en las estanterías frente a los congelados, en los que se disponen helados de todos los sabores con recuerdos aromáticos de fresón maduro veraniego. Desde mi ventana oigo, a lo lejos, los tambores de las cofradías de Semana Santa. A mi subconsciente acuden aromas primaverales con sabor a potaje y bacalao. Sobre la mesa de mi cocina hay una bandeja con frutos secos, priman las nueces y las castañas. Hasta hace dos días compartían espacio con los buñuelos y los huesos de santo. En el mostrador de la carnicería de mi barrio hay una revista con los destinos más exóticos para viajar en Navidad. Recuerdo entonces que tengo que pasar al ordenador las fotografías familiares de las vacaciones de verano. Las grandes superficies me animan, a empujones, a dejar espacio libre en mi armario para los terciopelos y los brillos de fin de año. Suerte que en esto no me pillan, pero confieso que las prisas por consumir etapas me dan vértigo. «Qué difícil es, cuando todos bajan, no bajar también», escribía Antonio Machado. Todavía me duelen los brazos de sujetar el ímpetu con que un grupo de quinceañeras me pedía un disfraz para Haloween. A cambio intenté alquilar una versión de don Juan Tenorio. El 2 de noviembre pedí la intercesión a todos los Santos. «Truco o trato», me dijeron un grupo de adolescentes seguidoras de los Jonas Brothers. Dudé unos segundos, después respondí: «Llamé al cielo y no me oyó, y puesto que sus puertas me cierra, de mis pasos en la Tierra responda el cielo, y no yo».

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