Diario de León

DIANA ETCHEGOYEN | AUTORA DEL LIBRO 'PERDERSE, ENCONTRARSE Y VOLVER'

Diana Etchegoyen: «Esta sociedad del cansancio nos exprime y nos lleva al límite»

La leonesa Diana Etchegoyen presenta hoy en Espacio Vías su primer libro, ‘Perderse, encontrarse y volver’. MARÍA FUENTES

La leonesa Diana Etchegoyen presenta hoy en Espacio Vías su primer libro, ‘Perderse, encontrarse y volver’. MARÍA FUENTES

León

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El primer libro de Diana Etchegoyen relata en poemas un viaje de ida y vuelta por los tortuosos caminos de la depresión. Licenciada en Derecho por la Universidad de León, con dos másteres de investigación en Derecho Constitucional, Diana ha vivido en varias ciudades españolas. Tuvo que dejar el doctorado que inició en A Coruña por falta de financiación. Su afición a la literatura le ha llevado reflejar su convivencia con la depresión a través de poemas en los que aborda el amor y el desamor, el rol de las mujeres, el trabajo y la vida cotidiana. Hoy presenta su primer libro Perderse, encontrarse y volver, editado por Cuadranta, en Espacio Vías a las 20.00 horas. Estará acompañada por el periodista Pablo Bodega.

—¿Por qué eligió la depresión como temática de su primer libro?

—Mi afición a la literatura me llevó a apuntarme a talleres de escritura creativa. Me presenté a un concurso que exigía un poemario de más de treinta poemas, que no gané. Dejé reposar los textos y tiempo después volví a trabajar en ellos y con mi profesora pudimos ir trabajando poema a poema y construyendo todo el viaje que propongo.

—¿Es un viaje que usted ha hecho ya?

—Estoy en ello. La depresión es un proceso. Hay momentos en que estás más arriba y otros más abajo. A veces te quieres morir y otras tienes más fuerzas para tirar para adelante.

—Hablar de la depresión y los problemas de salud mental está dejando de ser tabú. ¿El hecho de que se hable más significa que se tienen más recursos para abordarlos, socialmente estamos más preparados para apoyar y comprender a las personas que pasan por una depresión?

—Deberíamos. Estamos en el camino para conseguir que la gente esté más preparada para ser apoyo, para saber cómo reaccionar ante una situación así, que es muy importante y es en lo que hago mucho hincapié en el libro. Sin mi red de apoyo no habría conseguido nada. Y sí, poco a poco la gente se abre más a hablar de la depresión, como es mi caso. Yo sufro de depresión y cada vez podemos hablar más de estas cosas sin sentirnos juzgadas o estigmatizadas.

—Y no sentirme por ello más débiles, sino justamente lo contrario. Muchas personas tienen miedo a reconocer los ataques de ansiedad o una depresión por miedo a que se interpreten como signos de debilidad en esta sociedad tan competitiva.

—Es todo lo contrario. A mí la depresión me ha enseñado, sobre todas las cosas, a pedir ayuda. Y para pedir ayuda tienes que estar dispuesta a exteriorizar lo que te está pasando. De todas estas cosas también hablo en el libro.

—¿Cuáles son esos síntomas que tienen que alertar de que algo no está funcionando bien y necesitas ayuda?

—El primero que aparece y el último que se va es la anhedonia, que es esta falta de motivación para hacer cualquier cosa, esta pérdida de foco absoluto de la vida, de lo que antes te hacía disfrutar y gozabas y de repente ya no lo saboreas igual. La depresión es un mundo para cada persona, hay muchos abanicos de síntomas. En mi caso fue y sigue siendo a día de hoy la anhedonia. Hay muchos días que te sientes agotado mentalmente.

—¿Necesariamente tiene que haber una causa que lo desencadene?

—No. Eso es un mito.

—Las personas con depresión tienen que escuchar muchas veces de otras personas que desconocen las batallas internas por las que pasa cada uno frases como que no tiene motivos, que tiene una buena vida, etc.

—Exacto. Al final se trata de la mochila que cargues. Tu vas metiendo cosas a lo largo de tu vida, vas normalizando algunas que igual no deberías normalizar. Vas cargando la mochila y llega un momento en el que la carga es demasiado pesada. Puede que no haya un detonante específico. En mi caso sí lo hubo, pero yo ya tenía un bagaje emocional bastante dañado que me hizo caer en una depresión. Puedes tener episodios de depresión específico, como con el posparto, que tiene sus causas fijas, o un duelo, pero no es para todo el mundo igual. No funciona así.

—Una depresión nada tiene que ver con estar bajo de ánimo por una causa concreta, como una pérdida.

—Exacto. Hay mucha gente que dice que está ‘depre’ cuando está de bajón o falta de energías, pero eso no es estar deprimido. No, no, eso no es así.

—En todo ese viaje que describe en el libro ¿qué fue lo que realmente le funcionó y qué no resultó?

—Lo que más me ha funcionado es el apoyo de mi gente. Lo que más. Me he apoyado en todos y cada uno de los amigos que he dejado en las ciudades en las que he vivido, en los de toda la vida de León, en mis amistades de A Coruña, que vivieron de cerca los peores momentos. Lo que más me ha funcionado es pedir auxilio y apoyarme en la gente. Y este pedir auxilio también es ser capaz de salir de tu casa e ir a urgencias para decir que tienes ideas autolíticas, eso es un paso muy importante, salir y pedir ayuda a un especialista.

—El dolor es tan intenso que buscas que alguien te aminore esa carga.

—Sí. Mi psiquiatra y mis psicólogos me han ayudado un mundo.

—¿Cómo se traducen todos esos sentimientos en poemas?

—En expresar sentimientos. En mi poemario hay un abanico de sentimientos y de sensaciones que iba experimentando, es como un cuaderno de bitácoras de una persona en un momento determinado de su vida. En cada uno de los poemas hablo de las distintas etapas por las que he pasado, como estar en el pozo, aprender herramientas para salir y alejarme de gente y situaciones que no me hacen bien, y saber diferenciarlas. Hablo también de las cosas que me hacen feliz y lo que me ha ayudado a salir de la depresión en determinados momentos.

—No siempre es fácil alejarse de lo que no te hace feliz o te hace daño. Es relativamente fácil distinguirlo, pero a veces hay relaciones tóxicas en las familias o en el entorno laboral de las que no resulta fácil alejarse.

—Los psicólogos te ayudan a tener herramientas para que el cerebro reaccione de otra manera y puedas vivirlo desde otro punto de vista

—En su libro propone soluciones desde una perspectiva posmoderna. ¿Qué significa?

—Hablo mucho de esta sociedad del cansancio que nos exprime y nos lleva al límite con el trabajo, este estrés constante y la necesidad de estar constantemente produciendo y siendo útil, una sociedad que genera mucha ansiedad.

—También aborda el rol de la mujer. Las mujeres han asumido nuevos roles y la sociedad no la acompaña para su desarrollo, los ha sumido y tira para adelante con todos ellos. ¿Cree que ese rol ha cambiado o se ha sobrecargado?

—Se ha sobrecargado. Hemos normalizado situaciones que no se deberían normalizar. Por ejemplo, todavía hay diferencias entre hombres y mujeres. Yo tengo 31 años y viví en el instituto que cuando un chico perdía la virginidad era un campeón, pero cuando era una chica la tildaban de guarra. Y soy de la generación que supuestamente no nos podemos quejar porque ya tenemos más derechos y una igualdad. Pues mira, no. He vivido muchas situaciones cercanas a mí o en mis propias carnes, que he normalizado y en terapia me he dado cuenta de que eran abusos, como decirle a tu pareja que no quieres sexo y acabar cediendo a sus deseos por insistencia.

—¿Qué otras cosas estamos normalizando a las que definitivamente deberíamos plantarnos ya de una vez para no seguir el ritmo de esta sociedad del cansancio?

—Hay un poema del libro en el que hablo de la típica noche que te emborrachas y un hombre cualquiera se aprovecha de que estás etílica y te hace lo que le da la gana porque luego no te vas a acordar. Llegas a pensar que te lo mereces por estar borracha. Y no es así.

—También habla del amor.

—Más bien del desamor.

—Quizás las relaciones amorosas y de pareja es lo que más ha cambiado, hay un gran abanico de relaciones poliamorosas, heterosexuales, homosexuales..¿cómo cree que se interioriza e influye en el estado de ánimo?

—Esos temas concretos no los trato en el poemario, pero cada vez la aceptación es mayor. La gente se ha dado cuenta de que la libertad prima sobre todas las cosas y al final, siempre que sea consentido y que seas consciente que tienes que tener más responsabilidad emocional, como es el caso de las relaciones poliamorosas, creo que cada uno tiene que vivir su vida como quiera vivirla.

—Y también están las redes sociales, que muestran una realidad virtual que cada vez se acepta como la verdadera realidad, de la que poco a poco nos vamos alejando, para asumir como reales las que se nos muestran a través de las redes.

—Pero que en la mayoría de las veces son totalmente falsas

—¿Cómo afecta a la salud mental?

—Tengo muchas amigas a las que las redes sociales les generan ansiedad. No paran de ver cosas que ellas no van a alcanzar o no son capaces de hacer. De repente todo el mundo empieza a tener niños, se compran casas mientras siguen aquí sacándose la oposición, o estudiando, o compartiendo piso, o estancada en la vida. Esto genera ese punto entre la envidia y la insatisfacción que vas alimentando por las redes sociales y acaban desencadenando trastornos de ansiedad.

—Recientemente se ha hecho vital en las redes un testimonio de una chica de 26 años desesperanzada porque vivía compartía piso, no tenía un trabajo y veía que tenía que renunciar a tener hijos. ¿No es un poco pesimista a esa edad?

—Es que es muy real. Yo con 31 años sigo compartiendo piso porque con mi sueldo no me puedo permitir pagar un piso. Estoy independizada a medias. Miro a mi alrededor y todo el mundo está igual. Es lo que nos ha tocado a nuestra generación y tenemos que hacernos cargo de ello.

—Para perderse, encontrarse y volver ¿qué hay que soltar por el camino y que regalo traerse de ese viaje?

—Tengo un poema que se llama ‘soltar’. Hay que soltar todas las situaciones que te hacen daño y lo que tienes que traer es amor de verdad y sincero de la gente que más te quiere, porque no estás solo. Cuando estás deprimido tiendes a pensar que estar solo, pero no es así. Si te abres consigues ayuda, pero tienes que abrirte y pedir ayuda.

—¿A qué perfil de personas ayudará más el libro?

—En un principio pensamos que era un libro para un público juvenil adulto, mayor de 16 años. Es un libro del que se puede aprender sobre cómo tratar a las personas en general para que no pasen por problemas de salud mental. Qué es lo que tienes que dejar de hacer porque está mal, como lo de normalizar situaciones como abusos que no tienen que darse en una sociedad más humana.

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