El pueblo que recorre pueblos

Por el circo parece que no pasan los años. A pesar de que el número de espectadores ha disminuido en toda Europa, dentro de la carpa y en la pista, el espectáculo continúa. El Embelleriva, el gran circo de Venecia, ha llegado a León y, en la plaza de toros, ha levantado la carpa para hacer diferentes funciones hasta el día 5 de abril. Animales, trapecistas, equilibristas, payasos y un sinfín de personajes de diferentes nacionalidades. En el Embelleriva, dirigido por italianos, trabajan más de 80 personas de casi todas las nacionalidades europeas, entre ellos, el payaso Alexis, nombre artístico de Jorge Jlych, el único español en el espectáculo. Jorge Jlych, forma, junto con su mujer y su hijo, el trío de payasos del circo Venecia Emebellriva. Ha nacido bajo la carpa y asegura que la vida circense «es dura por las inclemencias del tiempo y los muchos kilómetros de carretera, pero como en todos los trabajos». Alexis apunta que a los niños les encanta el circo, pero que los padres también se dejan llevar: «Es un espectáculo como el fútbol, el teatro o el cine». Un arte en el que los hombres y los animales cobran todo el protagonismo porque siempre hay que superar los retos establecidos y conseguir atraer con magia y espectáculo al público perdido durante estos últimos años. Jlych añade que, a pesar de todo, España y Francia son los países en los que menos se ha perdido la afición por el circo. Pese a todo, siempre habrá un trapecista, un domador o un payaso dispuesto a entretener y a soportar las dificultades y las gratitudes de una vida que obliga recorrer todo el mundo, porque el circo «es un pequeño pueblo que se mueve de pueblo en pueblo». Y tienen razón.