Diario de León

Cambio en el Gobierno

Sánchez rompe con su núcleo duro en un cambio radical para la recuperación

Las carteras de Podemos se mantienen y el presidente pasa página a la guerra del PSOE al recuperar a Óscar López

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Paula de las Heras
León

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Pedro Sánchez inicia nueva etapa. El presidente del Gobierno acometió ayer la remodelación que sus propios ministros llevaban semanas esperando, incluso temiendo. No se trata de cambios quirúrgicos, como los que había realizado hasta la fecha. Esta vez ha decidido tocar la médula espinal del equipo que configuró en 2018, tras la moción de censura contra Mariano Rajoy.

No sólo ha prescindido de Carmen Calvo como vicepresidenta primera, también ha apartado de su proyecto a su jefe de gabinete, Iván Redondo, al que se atribuía una inmensa influencia sobre sus decisiones y ha dejado fuera del Gobierno al secretario de Organización del PSOE, el hasta ahora ministro de Transportes, José Luis Abalos, que también abandonará, según su entorno, el cargo en el partido.

Adiós al gran apoyo

Ábalos deja de ser el fiel escudero que confió en Pedro Sánchez desde el primer día

Que haría una crisis gubernamental para tomar impulso político, ahora que las encuestas apuntan a un peligroso avance del PP, una vez superado lo peor de la pandemia y cuando están a punto de llegar la primera entrega de los fondos de recuperación europea, era algo que se daba por sentado. Que llegaría tan lejos, no.

«Desde hoy mismo comienza el Gobierno de la Recuperación para superar por completo la peor calamidad vivida por la humanidad en décadas y para aprovechar una oportunidad excepcional de poner en pie una España mejor», anunció solemne en la Moncloa.

El jefe del Ejecutivo mantiene intactas, tras acordarlo así con la vicepresidenta tercera, Yolanda Díaz, las carteras de Unidas Podemos, ya retocadas a raíz de la marcha de Pablo Iglesias el pasado abril, pero en las ocupadas por ministros socialistas ha optado por una auténtica revolución que, de alguna manera, puede afectar al margen de maniobra del socio de coalición. El cambio más significativo, en este sentido, es el ascenso de la vicepresidenta segunda y ministra de Economía, Nadia Calviño, a vicepresidenta primera, una decisión con la que envía a Bruselas el mensaje de que cumplirá sus exigencias.

La apuesta

Bolaños, el negociador entre bambalinas, asciende a ministro de confianza de Sánchez

El hombre encargado de engrasar las relaciones tanto en el Gobierno como con los aliados parlamentarios, será Félix Bolaños, hasta ahora ‘fontanero’ mayor en la Moncloa. El sucesor de Calvo como ministro de Presidencia ha sido un hombre clave para la ejecución de prácticamente todas las decisiones sensibles que ha tomado Sánchez como jefe del Ejecutivo pero siempre ha mantenido un perfil discreto y fuera de los focos.

Así como algunos socios del gobierno, como el PNV o ERC, veían en la vicepresidenta a una negociadora poco fiable, este letrado del Banco de España, situado en un puesto tan sensible que en ocasiones chocaba con el de Redondo, es visto como un hombre riguroso y de palabra.

Sánchez preservará además en dos de los ministerios de Estado, Defensa e Interior, a los independendientes en los que confió desde su llegada a Moncloa, los jueces Margarita Robles y Fernando Grande-Marlaska. Pero se desprende en cambio de quien fue encargado de elevar al Consejo de Ministros del pasado 22 de junio los informes para indultar a los condenados por el ‘procés’, el ministro de Justicia, Juan Carlos Campo, que en el último año y medio ha dedicado buena parte de sus esfuerzos a convencer, sin éxito, al PP para la renovación de los órganos constitucionales, fundamentalmente el CGPJ. Su lugar lo ocupará la actual presidenta del Senado, la también juez Pilar Llop.

El cambio es sólo uno de los varios indicios de que el presidente del Gobierno quiere intentar rebajar el ruido en torno a su estrategia para Cataluña -que, en todo caso, no variará- y centralizarla en la Moncloa.

Otro es el hecho de que haya optado por relevar a Miquel Iceta, nombrado hace apenas medio año, como ministro de Política Territorial. En su lugar, ha situado a la alcaldesa de Puertollano, Isabel Rodríguez, que además ejercerá las funciones de portavoz en sustitución de María Jesús Montero.

Es un cambio sustancial porque Rodríguez es una persona de la máxima confianza del presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, muy crítico con las medidas de gracia.

El primer secretario del PSC continuará en el Ejecutivo, pero como ministro de Cultura. Y Montero asumirá la mitad de su antiguo ministerio, la parte de Administraciones Públicas. La designación de Rodríguez, en todo caso, también apunta a que Sánchez ha pasado página de la dramática batalla vivida en el PSOE en 2017, tras su defenestración como secretario general. En su primer Gobierno y su primera ejecutiva, tras vencer a Susana Díaz (ahora políticamente muerta y enterrada) el líder socialista se rodeó de fieles. Ahora, además ha recuperado para sustiuir a Redondo al que fuera su gran amigo Óscar López, exsecretario de Organización y responsable de multitud de campañas electorales del partido, que en las primarias apostó por Patxi López.

Óscar López con Eduardo Morán, Faustino Sánchez y José Pellitero en el Parador San Marcos. DL

También ha decidido dar proyección a otros perfiles jóvenes del partido, fundamentalmente femeninos y del ámbito municipal, sin mirar su papel en aquella guerra interna. Es una manera de aprovechar su paso por el Ejecutivo para reforzar al partido y formar cantera, algo que apenas había podido hacer hasta ahora. «Desde hace tiempo trasmitía la sensación de que consideraba que ya no tenía favores que pagar», apuntan en la dirección socialista.

La zaragozana Isabel Alegría, hasta ahora delegada del Gobierno en Aragón, sustituirá a Isabel Celaá en Educación, Diana Morant, alcaldesa de Gandía, se hará cargo de Ciencia en lugar de Pedro Duque, y Raquel Sánchez, regidora de Gavà (Barcelona), se hará cargo de Transportes.

Sánchez también premia a un hombre de perfil discreto que nunca le abandonó, el diplomático José Manuel Albares, exsecretario general para asuntos internacionales en la Moncloa, que, tras ser enviado como embajador a París, logra su sueño de ser ministro de Asuntos Exteriores en lugar de Arancha González-Laya, muy dañada en la crisis con Marruecos.

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