Diario de León

león lucha por la minería. El carbon cosecha aplausos en Castilla

Un minero llora en Tordesillas

. La Villa del Tratado se vuelca con la III Marcha Negra mientras se desvanece la esperanza de un acuerdo. . Los mineros mantienen que «no se puede dar marcha atrás, aunque las letras vienen todos los meses».

La columna minera de la III Marcha Negra camina por la autovía del Noroeste en dirección a Madrid con las primeras luces del día en la etapa a Tordesillas.

La columna minera de la III Marcha Negra camina por la autovía del Noroeste en dirección a Madrid con las primeras luces del día en la etapa a Tordesillas.

Publicado por
Ana gaitero alonso
León

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«¡Vienen los mineros! ¡Vienen los mineros!». La mujer baja emocionada desde la plaza Mayor de Tordesillas. Sin saberlo, se cruza con otro minero. Gabriel Moncada , fue picador en el pozo Santiago (Asturias). Ahora está jubilado. Y llora. Llora por los mineros que cruzan Castilla en busca del pan. «¿No ves cómo voy?», exclama mostrando el antebrazo. ¿Tiene la carne de gallina? «Voy llorando», tándose las gafas oscuras y secándose las lágrimas.

La III Marcha Negra arranca las emociones de cuajo. «¡Ánimo mineros que ya son sólo 180 kilómetros!», anuncia un vecino. «¡Con dos cojones!», grita otro, eufórico. «Y algo más», le responde Conchi Alonso , una de las cuatro mineras que caminan a Madrid desde Asturias. «¡Y con dos ovarios!», rectifica.

Los mineros se arrancan del cuerpo los chalecos que camuflan sus reivindicaciones en la autovía. No quieren parecer guardias civiles. Lo que quieren es picar «¡carbón español!, ¡carbón español!». Suena Santa Bárbara y advierten al Gobierno: «Si esto no se arregla. Guerra, guerra, guerra».

Aplausos con banderitas rojas de la UGT para los que sacan el carbón en la residencia de ancianos. Un jinete se adelanta con Cardún a recibir a los mineros. Los tratan como a gente de honor, como a una orden de caballería. En la Villa del Tratado hay esperanza: «Que valga para algo lo que están haciendo estos hombres. Que sirva para todo el mundo aunque nosotros ya somos mayores», desea un labrador de 80 años, Félix Rodríguez .

Los mineros llegaron a Tordesillas al mediodía en punto. Cinco horas de caminata y una calurosa acogida. Vecinos de Villablino salen a la carretera a estrechar la mano de los mineros. ¡Soy minero! , canta Antonio Molina enlatado (quizás también les cante desde el cielo). ¡Viva la República!, proclama Pedro El Apache , un turresilano adoptado que hace ondear la tricolor desde un puente sobre la columna minera. Algunos mineros alzan sus cachas en señal de aprobación. «¡No queremos al cazaelefantes!», dicen otros.

Los 23 kilómetros que separan Mota del Marqués de Tordesillas dieron para muchas cavilaciones. Y una sola conclusión. La resume Enrique Alonso Castañón : «No se puede dar marcha atrás, aunque las letras vienen todos los meses». Su compañero de fila, David Álvarez Fernández , admite que el tema «está complicado, viendo como está el país».

Quieren tener esperanza pero no esperan mucho. «Dile de nuestra parte al Canario que nos da lo mismo que no se baje los pantalones. Estamos más animados y más unidos que nunca; más que al principio de la lucha», apuntan Alfredo Álvarez , Rapante , y Miguel Ángel Pérez , Indio , de La Robla.

«Si se arregla, que sea bien hecho. No queremos parches para otro año. Ya es el tercero que me quedo sin vacaciones», señala Jacobo Araújo , del pozo de Santa Cruz. « Belarmino no abandona hasta que haya algo firme», apunta el minero que anda con 18 pies. Los propios y los que le prestan cada día los «ocho de Santa Cruz» desde su encierro de 43 días.

A primera hora de la mañana, José Gomes hace su pronóstico: «Esperanzas tengo, pero no sé si será como las otras veces, que no se baja de la burra». Trabaja en Asturias y vive en Fabero, un pueblo que ha quedado «un poco muerto» desde que «se dejaron cerrar las minas». Empezó su vida de minero a los 23 años, aunque lo mamó en casa. Su padre emigró desde Portugal para trabajar en las minas. Cuánta gente y «cuánto dinero», añade él, ha movido el carbón.

Una hilera de lecheras del Cuerpo Nacional de Policía se dirigen hacia el norte por la Autovía del Noroeste. Los mineros levantan las cachas y al unísono entonan el sonoro insulto. Si hubiera montañas en Castilla, en lugar de los Montes Torozos, las pobres madres habrían oído el eco.

Al minero le echan de menos en casa. Sobre todo el niño pequeño, de tres años, Maneo . Alexia ya tiene nueve y comprende un poco. «El niño extraña más porque se queda todas las mañanas conmigo». Un padre que concilia y que echa por tierra el estereotipo del minero machista, que se pasa el tiempo libre en la cantina. «Hago las camas, pongo la lavadora, limpio el polvo... no se me caen los anillos».

Óscar Valle también se rebela a los tópicos. «Somos gente normal que lucha. Si el resto no quiere salir, allá ellos. Nosotros tenemos la suerte de que somos unos cuantos y unidos. Somos personas con familias, no terroristas», insiste la voz que viene de Brugos de Fenar.

El minero de Fabero que trabaja en Cerredo echa de menos su casa. «Del Bierzo a ésto hay mucho cambio y se echa de menos a la familia», aunque el domingo vino a verle Eva María , su esposa, con unas amigas. «Hay que pelear por el trabajo», dice Gomes. Dicen los que mandan que el carbón nacional es caro y malo y lo repiten los gurús de la Fundación Faes —entre ellos dos leoneses laureados, José Luis Díaz Fernández y César Dopazo . «Será rentable si las eléctricas siguen comprando carbón autóctono», sentencia el minero.

Gomes no sabe de números, dice, pero hace sus cálculos. «Se va a gastar más en toda la gente que queda en el paro y en los desplazamientos de los helicópteros y furgonetas de la Guardia Civil, que dándonos lo que nos pertenece», sentencia. Unas migajas, recuerda, de lo que le dan a Bankia, lo mismo que se lleva el plátano canario en subvenciones... «Lo que es nuestro y está firmado, agrega Jonathan González Caballero .

Los futbolistas tampoco salen bien parados en la columna minera que se encamina a Tordesillas. «Un porcentaje de las primas que les dan sale de tu bolsillo y el mío», recalca Leite . «Les dan cien millones por ganar y a nosotros nos los quitan y encima deben dinero a Hacienda», critica Gomes . Pero no hay para los mineros. No hay negociación siquiera. ¡Cómo va a haber acuerdo!

Los mineros quieren seguir adelante. No quieren parar. Sólo vuelven atrás los que ya no pueden más. José Ángel Mangas , atacado por una crisis asmática, y Aníbal Núñez , con una rodilla destrozada tras la travesía del desierto. Se fueron llorando.

Los mineros cosechan aplausos en Castilla, mientras las máquinas gigantescas, desconocidas en Asturias, siegan el pan. ¡Vamos agriculturores!, ¡Viva Tordesillas!. Agradecen los mineros la acogida de la villa. «Os aplaudimos para daros fuerza en vuestras reivindicaciones por el futuro de vuestros hijos y de vuestros territorios. No somos mineros, pero vemos en vosotros un reflejo de lo que tenemos que hacer», dijo José Antonio González , su alcalde.

También el minero que llora por los mineros en Tordesillas desea que detrás de la Marcha Negra «se unan todos los pueblos y todas las gentes que están colapsaríamos Madrid». Ya veremos, dijo un ciego.

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