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Manolín Cuartales, un abuelo en activo

Un vecino de Villaquilambre de 106 años se convierte en el más longevo del alfoz y uno de los ocho de la provincia.

Manolo Franco, en Villaquilambre con su familia. No fue hombre de taberna ni partida, sí de trabajar, de dulces y bailes. FERNANDO OTERO

Manolo Franco, en Villaquilambre con su familia. No fue hombre de taberna ni partida, sí de trabajar, de dulces y bailes. FERNANDO OTERO

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pilar infiesta | villaquilambre

Sin colesterol, sin problemas de tensión, con buen apetito y sin arrugas. Algo inaudito con 106 años, la edad que cumplió ayer Manuel Franco Nistal y que le convierte en uno de los abuelos de la provincia, junto a Antonia Gómez y Saturnino de la Fuente (109 años), Perpétua López, María Astorga, Eduardo Polvorinos e Isidora Rodríguez (de 107 años) y su coetánea Herminia Santos (106). En su caso, superar los veintiún lustros ha tenido un truco: el trabajo. Como labrador, albañil, herrero, carpintero... «Siempre ha estado trajinando con algo», reconoce su hijo pequeño, José, con quien vive desde hace 26 años en Villaquilambre. Una afición con la que bromeaban sus paisanos de Santiago Millas, donde nació, y que les llevaba a decirle: «Manolín, que te vas a morir pronto de tanto trabajar». Él contestaba que el «trabajo es salud», y parece que acertó.

Franco Nistal es el único superviviente de una saga de constructores apodados Los Cuartales, conocidos sobre todo por llevar el agua desde el Teleno hasta el Salto del Cabrito, en Molinaferrera, para que parte de Maragatería dispusiera de luz. Lo hicieron con una canalización simple, con un nivel de madera que aún conservan los familiares. Manolo, Manolín Cuartales, todavía se marcó un pasodoble con 101 años. Doce meses antes celebró su centenario bailando jotas, porque siempre fue «el primero que se tiraba al baile». También hasta esa fecha caminaba por el monte de ocho a diez kilómetros diarios. Es un tipo duro físicamente y de buen carácter. Otra certera combinación para sumar años. Lo único que le falla es el oído, pero no por edad, sino por un petardo que le explotó en la cara de mozo en las fiestas. En la Guerra Civil, que le tocó vivir en Teruel, tuvo la fortuna de esquivar una bomba de verdad que mató al mulo y al cabo que iban delante.

Para los detractores del azúcar, Manolo, que se reconoce «muy goloso», asegura que si se efectuara un montón con todos los dulces que ha comido en su vida sería millonario. Las familias de sus dos hijos, sus dos nietos y sus cuatro biznietos festejaron su cumpleaños con él, en un municipio, Villaquilambre, que impulsa el programa Active para mayores, que permitió elaborar un planificador personal de salud on line para la Unión Europea.

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